EL TRABAJO PSICOLOGICO
EL FIN, LA CAUSA Y EL
EFECTO
Por: Maurice Nicoll
De acuerdo con la
formulación dada por el Trabajo, entran tres fuerzas en cada manifestación.
Una fuerza no puede
producir una manifestación.
Tampoco lo pueden dos
fuerzas.
Solo tres fuerzas,
activa, pasiva y conectante, en relación una con otra, pueden lograrlo.
Tres fuerzas activas, o
tres fuerzas pasivas, o tres fuerzas conectantes o neutralizantes, no pueden
producir una manifestación.
Lo que quiero decir es
que las tres fuerzas que crean la manifestación deben estar relacionadas entre
si como activa, pasiva y conectante.
Lo interesante es esta
relación.
La misma fuerza puede
ser activa en una triada, pasiva en otra, y neutralizante en una tercera
triada, según como este interrelacionada con las otras dos fuerzas.
Esta formulación es
bastante clara.
Sin embargo, no la
entendemos claramente.
Aun cuando meditemos a
menudo sobre su significado, sigue siendo misteriosa porque, de hecho, asciende
al misterio de la Misma Trinidad primordial, que nunca fue comprendida por
hombre alguno con la mente sensual ni se conectó con sus limitados sentidos.
No obstante, quedan los
escritos de quienes han contemplado durante un instante un poco de su infinito
significado, pero solo cuando de súbito la mente supra sensual se abre.
Esto es lo que llamamos
la mente interior a la cual nos hemos referido recientemente.
La mente exterior o
formatoria, la "tercera-fuerza-ciega", es obviamente un instrumento
inútil para este propósito.
Diré aquí, empero, que,
en lugar de afanarse laboriosamente con esa mente, esperando apoderarse de la
Trinidad por su medio, es preferible reconocer primero que estamos en presencia
de algo que esta muy por encima de nosotros, y luego, con ésta emoción, tratar
de aprehender lo que podamos a nuestro nivel.
Hay muchas ideas
preliminares que tienen que ver con el misterio de las tres fuerzas que se
entienden hasta cierto punto y para las cuales se pueden hallar ejemplos
aproximados.
Empezaré con esta
pregunta: ¿por qué dos hombres iguales, que al parecer hacen la misma cosa,
llegan a resultados tan diferentes?
La respuesta es que sus
fines son diferentes.
Digamos que el fin de
uno es el poder y el fin del otro es el uso.
Además supongamos que
van a emplear los mismos medios para llevar a efecto sus fines.
Es decir, irán a la
misma Universidad y escucharán a los mismos profesores y estudiarán en los
mismos libros.
Reparen en las tres
cosas implicadas —fin, medios y efecto—.
Ahora bien, esas tres
cosas se interpenetran la una con la otra.
La una está en la otra.
El fin penetra en el
efecto y los medios penetran en el efecto y el efecto esta en relación con el
fin.
En lo concerniente a la
interpretación de los tres aspectos de la suprema Trinidad, JUAN anota muchos de
los más profundos dichos de Cristo.
La calidad de su
Evangelio es totalmente distinta de la de los otros, y las gentes no lo leen
porque no es tanto una narración de hechos cuanto una relación del más alto
nivel.
Leído en una actitud
equivocada parece negativo y hasta reiterativo.
En realidad es el más
poderoso de todos los Evangelios.
Este Evangelio nos hace
ver por si mismo, cuando se esta pronto para ello, por que Juan era el
discípulo a quien más amaba Cristo.
Se refiere al Segundo
Choque Consciente que, de paso, nada tiene que ver con el amor físico.
Se refiere a las
relaciones de Cristo con Dios y con sus discípulos.
No vamos a discutirlo.
Regresemos al caso de
los dos hombres que estábamos imaginando.
La calidad de sus fines
no es similar.
En uno el amor a
gobernar, el amor al poder, el amor a las posiciones elevadas, etc.,
constituyen el fin al cual apunta.
Esto interpenetra los
medios que emplea y el logro del propósito, que es el resultado o efecto.
El fin está en el efecto
y está en los medios.
Sin embargo los tres son
diferentes, pero están a tal punto asociados y se interpenetran de tal modo que
constituyen una sola unicidad de unidad.
Este hombre llega a ser
arzobispo: su amor a gobernar se ve ahora satisfecho.
En el caso del otro
hombre, su fin primordial es ser útil.
Empleando los mismos
medios que el otro, llega a ser un sacerdote en un distrito pobre donde es
indudable que lo quieren mucho.
No pienso ser
sentimental.
Ahora bien, los
resultados son tan diferentes porque los fines primordiales eran tan
diferentes, aunque los medios eran los mismos.
Este ejemplo es trivial,
pero confronta a cada uno de ustedes con la pregunta de por qué hacen el
Trabajo.
¿Cuál es su razón? ¿Cuál
es su fin? ¿Solo trata de ser el primero? ¿Su fin es lograr poderes
sobrenaturales? ¿Tiene algo que ver con ello la envidia? ¿Su fin es renovar su
juventud —un fin no muy digno, diría yo?
Su propósito o fin
cambia, desde luego, a medida que comprende mejor el Trabajo.
Ya que implica su
muerte, tiene que ser así.
Hablo psicológicamente.
Al principio quiere más
de esto o de aquello y hasta mucho más.
Más tarde quiere menos y
menos de esto y de aquello.
Todo se invierte —o
debiera hacerlo.
Quiere librarse de cosas
que observa en si mismo.
Desea vender montones de
cosas que creía bellas, y comprar una cosa.
Estar en posesión del Yo
Real sería maravilloso.
Claro esta, si esta
trabajando bajo la influencia de un fin malo, como el arzobispo que hemos
imaginado y que apuntaba a mandar, usted, a solas, según si mismo, no desea
comprar cosa alguna, ni en verdad librarse de nada si no lo puede hacer en
público.
El público no es el fin
correcto.
Aun así, cabe la
posibilidad de trabajar desde un mal lugar durante mucho tiempo y luego de
repente se hace la luz y se vé lo que estaba haciendo y se lo reconoce en
secreto y entonces todo ocupa el lugar que le corresponde.
Luego, su trabajo no
depende de nadie sino de usted mismo y usted posee fortaleza interior en vez de
debilidad.
Cuando se alcanza esa
etapa —y puede suceder— ya no le pueden robar más.
Este es uno de los
significados de poner el tesoro en un mal lugar y en un buen lugar.
Los lugares buenos y los
malos están en usted.
Un fin malo significa un
mal lugar.
El Trabajo puesto en un
mal lugar en usted puede ser destrozado o robado.
El versículo que se
refiere a este particular es el siguiente:
"No os hagáis
tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones
minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan"
(Mateo, VI, 19-20).
Tal vez le cueste
imaginarse cuán difícil es hacer algo en el Trabajo desde un motivo
absolutamente puro y evitar hacer una cosa "para ser visto por los
hombres".
En lo que respecta al
significado de tierra y cielo en el dicho más arriba, ésta expresión se utiliza
a menudo para aquello que esta en un nivel más bajo y para lo que esta en un
nivel más alto.
Ya sabemos que lo más
bajo y lo más alto corresponden a lo externo y lo interno.
Lo inferior es externo a
lo superior y lo superior es interno a ello.
Hacerse tesoros en el
cielo significa por lo tanto comprender el trabajo con la mente interior porque
tal comprensión no nos puede ser quitada y no depende de nada externo tal como
el aliento o la alabanza.
Pero lo hemos visto en
los comentarios anteriores al encarar esta cuestión desde otros ángulos.
Maurice Nicoll
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