martes, 27 de enero de 2015

RECORDAR EL PROPÓSITO

RECORDAR EL PROPÓSITO

Ya se ha dicho que cuando un hombre trata de recordarse a sí mismo es preciso que recuerde también su propósito.

Cuando un hombre recuerda el Trabajo dentro de sí y su propósito y al mismo tiempo observa la vida, este acto de recuerdo de sí lleva al Trabajo hasta el punto de en­trada de las impresiones —es decir, le permite tomar la vida entrante desde el punto de vista del Trabajo, observar las reacciones que está a punto de crear e impedir que las impresiones caigan dentro de sí en su lugar acostumbrado y produzcan sus reacciones habituales.

Todo esto comporta una lucha entre los "síes" y los "noes".

Un hombre en tal estado puede ver una impresión que está a punto de producir una respuesta característica en él y dice "sí" o "no" a ella.

Si la respuesta que la impresión está a punto de provocar es contraria al propósito de este hombre y él le dice "no", en­tonces mantiene su propósito.

Está trabajando sobre si y en ese momento ha sacrificado algo.

¿Qué ha sacrificado?

La satisfacción de reaccionar como siempre —es decir, mecánicamente—, la satisfacción de sentirse agraviado, la satisfacción de algún pensamiento o manifestación desagradable.

Todo ello involucra una lucha muy rápida y que no aparece exteriormente.

Tiene lugar dentro de un hombre y tiene que ver con su asentimiento interior o su nega­ción interior.

Tiene lugar donde un hombre habría de ser consciente, donde habría de estar despierto —y donde, en realidad, está dormido.

Este lugar puede ser hallado.

Es el lugar donde se produce el Primer Choque Consciente.

Como se acaba de decir, un hombre debe siempre recordar su propósito cuando se recuerda a sí mismo.

Un hombre no puede desarro­llarse a menos que se recuerde a sí mismo, porque su punto de desarrollo está en el punto donde se recuerda a sí mismo.

Y aquí está el punto donde un hombre puede luchar conscientemente.

Para que un hombre se desarrolle, es preciso que se entable en "él una lucha entre los "síes" y los "noes", una lucha entre el propósito y el no propósito.

Pero todo dependerá de la natu­raleza de esta lucha —es decir, del OBJETO para el cual lucha un hombre y de lo que recuerda como sí y como no.

De ello dependerá el resultado de esta lucha.

Por regla general, no hay lucha en la vida interior de un hombre.

En un hombre mecánico, un hombre que no se recuerda a sí mismo, un hombre rutinario que reacciona mecánicamente a su contorno, según su propia ma­nera adquirida, que sigue sus hábitos adquiridos, no hay lucha interior.

Sólo empieza una lucha cuando ese hombre va en contra de su rutina, de su mecanicidad, a la que imagina que sigue por propia voluntad.

Pero si empieza en él una lucha, en especial si en la lucha hay una línea continua y definida, entonces se forman gradualmente en esa persona rasgos cada vez más permanentes que son su consecuencia.

La clase de rasgos permanentes que se formen en él dependerá de la naturaleza de la lucha y de lo que constituya su "si" y su "no".

Si un hombre recuerda todo lo que comprende del Trabajo y de sus enseñanzas, entonces la calidad de su sí y de su no, en su lucha interior consigo mismo, será correcta, y si la cristalización comienza en él sobre la base del Trabajo, será una cristalización correcta.

Maurice Nicoll



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