viernes, 23 de enero de 2015

ACRECENTAR LA CONCIENCIA

ACRECENTAR LA CONCIENCIA
Por: Maurice Nicoll

En las recientes disertaciones hemos hecho algunos comentarios sobre la enseñanza fundamental del trabajo relativa a la necesidad de acrecentar la conciencia.

No somos aun propiamente conscientes.

Hablamos y nos comportamos, pensamos, sentimos y juzgamos suponiendo que no solo nosotros sino los otros son seres plenamente conscientes.

PARA FORMAR UN INSTRUMENTO EN LA MENTE

Al reunir las diferentes partes del trabajo para formar un instrumento en la mente listo para recibir las vibraciones más sutiles que llegan continuamente de los dos centros superiores presentes en el hombre, la idea DE NO SER PROPIAMENTE CONSCIENTE es una de las principales partes que soportan EL ARMAZÓN DE ESE INSTRUMENTO.

En otras palabras, hay que comprender cada vez más mediante la experiencia que no se es verdaderamente consciente y que las otras personas tampoco lo son.

Esto produce en nosotros un considerable cambio.

Pero a menos de llegar a ser una verdad experimentada no puede ocupar el lugar necesario en dicho instrumento.

Permanecerá meramente sin uso alguno en la memoria.

La verdad de cada parte de la enseñanza debe ser experimentada antes que pueda ocupar su lugar en la construcción de ese instrumento que está en el mundo interior de uno mismo.

Afortunadamente, las ideas de esta enseñanza son mutuamente afines, y una vez que las barreras preliminares subyacentes de la negación han cedido y se han vuelto a formar en un nivel más profundo, tienden a ajustarse de la mejor manera posible en el pequeño lugar que quedó vacante y que les pertenece.

Al parecer este es un largo proceso según esta lenta norma temporal para la cual un día representa toda una vida, y un corto proceso según otra norma para la cual toda una vida parece un día.

Ahora bien, hay tres direcciones en las cuales un acrecentamiento de conciencia puede lograrse por medio de esfuerzos realizados sin tensión ni prisa.

La primera conduce a un acrecentamiento de conciencia en uno mismo; la segunda, a un acrecentamiento de conciencia de los otros; la tercera, a un acrecentamiento de conciencia de la vida.

En comentarios recientes, hemos hablado sobre todo acerca de un acrecentamiento de conciencia de si mismo, mediante el cual se logra imperceptiblemente otro sentido de si mismo, con gran alivio — porque nadie puede lograr la paz interior y escapar de la incesante agitación nerviosa mientras el sentimiento de sí mismo siga siendo lo que es—.

Ahora bien, el acrecentamiento de conciencia de sí significa que hay más espacio en el mundo interior de uno mismo.

Pero este ensanchamiento, esta expansión de la conciencia, solo puede tener lugar a expensas del sentimiento habitual de uno mismo, el cual está conectado con la personalidad: y este sentimiento habitual de uno mismo luchará para retener su poder, del mismo modo que un tirano lucha para retener su poder.

Lo desdichado es que no se lo ve de esta manera.

Pensamos que yo mismo es Yo y hasta decimos "yo mismo", así nos aferramos a la fuente de nuestras incomodidades y penas y resentimiento que nos separan de “ello”.

Si, hasta nos aferramos a toda la amargura, cólera y odio en nosotros mismos, sin llegar a ser nunca suficientemente conscientes como para ver que hemos de trabajar sobre nosotros mismos, mientras estemos "en cambio"; o también, ya sea en la recurrencia o en cualquier otra cosa que sobrevenga después de la vida, las cosas serán peores.

Ahora bien, el acrecentamiento de conciencia de si es, según creo, la única forma de trabajar sobre si que pueda librarnos eventualmente de esa amargura, cólera u odio —y de muchas otras cosas—.

¿Por qué? Porque cambiará el sentimiento de uno mismo.

Pero ¿por qué ha de librarnos de la amargura, cólera u odio?

Porque lo que los causa y los mantiene vivos es exactamente el sentimiento que se tiene al presente de uno mismo.

En el último comentario nos hemos referido a un método de acrecentar la conciencia de si que estriba en tratar de ver la clase de persona que se fue en diferentes períodos del pasado, y así a todo lo largo de nuestra vida, en lugar de recordar meramente distantes escenas o personas.

Hablamos de utilizar la presente observación de si como un atisbadero en el pasado, lo cuál a veces nos lleva a descubrir que se ha sido siempre igual a lo que se acaba de observar.

Esto produce una gran profundidad de auto-observación.

No es necesariamente deprimente como algunos suelen pensar.

Diría más bien que es una experiencia liberadora.

Todo aquello que se hace consciente produce una sensación de libertad.

Es en realidad liberar una parte de la tiranía de si mismo.

Al parecer es una paradoja decir que llegar a ser consciente de un rasgo desagradable que obró a todo lo largo de nuestra vida, y que antes se ignoraba, produce una sensación de liberación; pero la razón de ello la pueden encontrar ustedes mismos.

Y, claro está, nos topamos aquí con aquellos tediosos auto hipnotizados y estúpidos que afirman conocerse a si mismos de pies a cabeza.

Dejémoslos con sus queridas ilusiones y con los pesados olores de sus mentes faltas de aire.

Ahora bien, el otro método que hemos mencionado es el de llegar a ser conscientes en lo opuesto.

Somos unilaterales.

Admitimos en la conciencia un lado de las cosas y no el opuesto.

La unilateralidad nos hace, por ejemplo, hiper-sensitivos, fácilmente trastornados, de reacciones demasiado rápidas, y así sucesivamente; o produce lo inverso —demasiado insensibles, demasiado complacientes, demasiado indiferentes, etc.—.

Nuestras opiniones y hábitos de mente y sentimientos inculcados son parciales.

Como se dijo, ver sinceramente el lado opuesto, exige y constituye una expansión de la conciencia.

Pero tal expansión causa asombro u horror a la mente fija.

¿No se dan cuenta qué significa perder el acostumbrado sentimiento de si mismo?

Es como sentir que a uno le falta el suelo bajo los pies, ¿no es cierto?

Si, es eso, y es excelente.

Ya uno no se entrega más a ataques de rabia ni es tampoco tan fanático ni falto de sentido del humor, ni se repiten las mismas cosas todos los días; y usted, señora, se beneficiará grandemente.

Un ensanchamiento de la conciencia sería una bendición para todos nosotros.

Se lo puede lograr —a condición de ver inteligentemente lo que lo impide—.

Ahora bien, ¿que hacemos con los otros lados —los lados opuestos— que nuestra conciencia no abarca?

Los vemos en las otras personas.

No los vemos en nosotros mismos, pero los proyectamos a los otros.

Las otras personas son culpables, las otras personas son mezquinas, las otras personas son intolerables, las otras personas tienen mentes desagradables, las otras personas son injustas, las otras personas tienen un carácter imposible —pero nosotros no—.

El resultado de la no aceptación hace que el mundo sea de lo mas extraño.

Tan solo viviendo en ese mundo se ve cuán extraño es.

Pero preferimos vivir en la imaginación y en los diversos infiernos que esta crea.

Ahora bien, en el lugar donde más nos identificamos, allí está obrando la proyección: y donde la proyección está obrando, allí también está obrando una conciencia unilateral y nadie puede llegar a convertirse en hombre equilibrado si sigue siendo unilateral.

La tabla de los siete diagramas del hombre muestra claramente que en el movimiento hacia la conciencia hay que lograr el estado de hombre equilibrado —esto es, el hombre no 4—.

Vemos que para lograrlo es, ante todo, necesaria una conciencia de si muy acrecentada.

Una manera de lograrlo, y es la más importante, es ser cada vez más consciente de y en los opuestos en uno mismo, para que eventualmente nada se proyecte hacia los otros.

Así se libera uno de la amargura, la ira, el recelo, el odio, y muchas otras cosas que caracterizan el acostumbrado sentimiento de si —que derivan de la unilateralidad y son destruídas por la bilateralidad—.

En suma, el Hombre No 4 u hombre equilibrado, no puede ser unilateral.

Debe ser consciente de todo en si mismo y así nada podrá proyectar.

Si no proyecta cosa alguna a los otros, no podrá identificarse con ellos.

Logrará así una gran libertad.

Estará en camino para llegar a ser un Hombre No 5, 6 y 7 —esto es, estará en camino para llegar a ser un hombre plenamente consciente—.

Reflexionen, pues, todos ustedes, en el hecho que el hombre consciente está construído sobre el hombre equilibrado —no sobre el hombre mecánico— y en la necesidad de llegar a ser conscientes en los opuestos antes de poder alcanzar el estado de hombre equilibrado.

Maurice Nicoll





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