ACRECENTAR LA CONCIENCIA
Por: Maurice Nicoll
En las recientes
disertaciones hemos hecho algunos comentarios sobre la enseñanza fundamental
del trabajo relativa a la necesidad de acrecentar la conciencia.
No somos aun propiamente
conscientes.
Hablamos y nos
comportamos, pensamos, sentimos y juzgamos suponiendo que no solo nosotros sino
los otros son seres plenamente conscientes.
PARA FORMAR UN
INSTRUMENTO EN LA MENTE
Al reunir las diferentes
partes del trabajo para formar un instrumento en la mente listo para recibir
las vibraciones más sutiles que llegan continuamente de los dos centros
superiores presentes en el hombre, la idea DE NO SER PROPIAMENTE CONSCIENTE es
una de las principales partes que soportan EL ARMAZÓN DE ESE INSTRUMENTO.
En otras palabras, hay
que comprender cada vez más mediante la experiencia que no se es verdaderamente
consciente y que las otras personas tampoco lo son.
Esto produce en nosotros
un considerable cambio.
Pero a menos de llegar a
ser una verdad experimentada no puede ocupar el lugar necesario en dicho instrumento.
Permanecerá meramente
sin uso alguno en la memoria.
La verdad de cada parte
de la enseñanza debe ser experimentada antes que pueda ocupar su lugar en la
construcción de ese instrumento que está en el mundo interior de uno mismo.
Afortunadamente, las
ideas de esta enseñanza son mutuamente afines, y una vez que las barreras
preliminares subyacentes de la negación han cedido y se han vuelto a formar en
un nivel más profundo, tienden a ajustarse de la mejor manera posible en el
pequeño lugar que quedó vacante y que les pertenece.
Al parecer este es un
largo proceso según esta lenta norma temporal para la cual un día representa
toda una vida, y un corto proceso según otra norma para la cual toda una vida
parece un día.
Ahora bien, hay tres direcciones
en las cuales un acrecentamiento de conciencia puede lograrse por medio de
esfuerzos realizados sin tensión ni prisa.
La primera conduce a un
acrecentamiento de conciencia en uno mismo; la segunda, a un acrecentamiento de
conciencia de los otros; la tercera, a un acrecentamiento de conciencia de la
vida.
En comentarios
recientes, hemos hablado sobre todo acerca de un acrecentamiento de conciencia
de si mismo, mediante el cual se logra imperceptiblemente otro sentido de si
mismo, con gran alivio — porque nadie puede lograr la paz interior y escapar de
la incesante agitación nerviosa mientras el sentimiento de sí mismo siga siendo
lo que es—.
Ahora bien, el
acrecentamiento de conciencia de sí significa que hay más espacio en el mundo
interior de uno mismo.
Pero este
ensanchamiento, esta expansión de la conciencia, solo puede tener lugar a
expensas del sentimiento habitual de uno mismo, el cual está conectado con la
personalidad: y este sentimiento habitual de uno mismo luchará para retener su
poder, del mismo modo que un tirano lucha para retener su poder.
Lo desdichado es que no
se lo ve de esta manera.
Pensamos que yo mismo es
Yo y hasta decimos "yo mismo", así nos aferramos a la fuente de
nuestras incomodidades y penas y resentimiento que nos separan de “ello”.
Si, hasta nos aferramos
a toda la amargura, cólera y odio en nosotros mismos, sin llegar a ser nunca
suficientemente conscientes como para ver que hemos de trabajar sobre nosotros
mismos, mientras estemos "en cambio"; o también, ya sea en la
recurrencia o en cualquier otra cosa que sobrevenga después de la vida, las
cosas serán peores.
Ahora bien, el
acrecentamiento de conciencia de si es, según creo, la única forma de trabajar
sobre si que pueda librarnos eventualmente de esa amargura, cólera u odio —y de
muchas otras cosas—.
¿Por qué? Porque
cambiará el sentimiento de uno mismo.
Pero ¿por qué ha de
librarnos de la amargura, cólera u odio?
Porque lo que los causa
y los mantiene vivos es exactamente el sentimiento que se tiene al presente de
uno mismo.
En el último comentario
nos hemos referido a un método de acrecentar la conciencia de si que estriba en
tratar de ver la clase de persona que se fue en diferentes períodos del pasado,
y así a todo lo largo de nuestra vida, en lugar de recordar meramente distantes
escenas o personas.
Hablamos de utilizar la
presente observación de si como un atisbadero en el pasado, lo cuál a veces nos
lleva a descubrir que se ha sido siempre igual a lo que se acaba de observar.
Esto produce una gran
profundidad de auto-observación.
No es necesariamente
deprimente como algunos suelen pensar.
Diría más bien que es
una experiencia liberadora.
Todo aquello que se hace
consciente produce una sensación de libertad.
Es en realidad liberar
una parte de la tiranía de si mismo.
Al parecer es una
paradoja decir que llegar a ser consciente de un rasgo desagradable que obró a
todo lo largo de nuestra vida, y que antes se ignoraba, produce una sensación
de liberación; pero la razón de ello la pueden encontrar ustedes mismos.
Y, claro está, nos
topamos aquí con aquellos tediosos auto hipnotizados y estúpidos que afirman
conocerse a si mismos de pies a cabeza.
Dejémoslos con sus
queridas ilusiones y con los pesados olores de sus mentes faltas de aire.
Ahora bien, el otro
método que hemos mencionado es el de llegar a ser conscientes en lo opuesto.
Somos unilaterales.
Admitimos en la
conciencia un lado de las cosas y no el opuesto.
La unilateralidad nos
hace, por ejemplo, hiper-sensitivos, fácilmente trastornados, de reacciones
demasiado rápidas, y así sucesivamente; o produce lo inverso —demasiado
insensibles, demasiado complacientes, demasiado indiferentes, etc.—.
Nuestras opiniones y
hábitos de mente y sentimientos inculcados son parciales.
Como se dijo, ver
sinceramente el lado opuesto, exige y constituye una expansión de la
conciencia.
Pero tal expansión causa
asombro u horror a la mente fija.
¿No se dan cuenta qué
significa perder el acostumbrado sentimiento de si mismo?
Es como sentir que a uno
le falta el suelo bajo los pies, ¿no es cierto?
Si, es eso, y es
excelente.
Ya uno no se entrega más
a ataques de rabia ni es tampoco tan fanático ni falto de sentido del humor, ni
se repiten las mismas cosas todos los días; y usted, señora, se beneficiará
grandemente.
Un ensanchamiento de la
conciencia sería una bendición para todos nosotros.
Se lo puede lograr —a
condición de ver inteligentemente lo que lo impide—.
Ahora bien, ¿que hacemos
con los otros lados —los lados opuestos— que nuestra conciencia no abarca?
Los vemos en las otras
personas.
No los vemos en nosotros
mismos, pero los proyectamos a los otros.
Las otras personas son
culpables, las otras personas son mezquinas, las otras personas son
intolerables, las otras personas tienen mentes desagradables, las otras
personas son injustas, las otras personas tienen un carácter imposible —pero
nosotros no—.
El resultado de la no
aceptación hace que el mundo sea de lo mas extraño.
Tan solo viviendo en ese
mundo se ve cuán extraño es.
Pero preferimos vivir en
la imaginación y en los diversos infiernos que esta crea.
Ahora bien, en el lugar
donde más nos identificamos, allí está obrando la proyección: y donde la
proyección está obrando, allí también está obrando una conciencia unilateral y
nadie puede llegar a convertirse en hombre equilibrado si sigue siendo
unilateral.
La tabla de los siete
diagramas del hombre muestra claramente que en el movimiento hacia la
conciencia hay que lograr el estado de hombre equilibrado —esto es, el hombre
no 4—.
Vemos que para lograrlo
es, ante todo, necesaria una conciencia de si muy acrecentada.
Una manera de lograrlo,
y es la más importante, es ser cada vez más consciente de y en los opuestos en
uno mismo, para que eventualmente nada se proyecte hacia los otros.
Así se libera uno de la
amargura, la ira, el recelo, el odio, y muchas otras cosas que caracterizan el
acostumbrado sentimiento de si —que derivan de la unilateralidad y son destruídas
por la bilateralidad—.
En suma, el Hombre No 4
u hombre equilibrado, no puede ser unilateral.
Debe ser consciente de
todo en si mismo y así nada podrá proyectar.
Si no proyecta cosa
alguna a los otros, no podrá identificarse con ellos.
Logrará así una gran
libertad.
Estará en camino para
llegar a ser un Hombre No 5, 6 y 7 —esto es, estará en camino para llegar a ser
un hombre plenamente consciente—.
Reflexionen, pues, todos
ustedes, en el hecho que el hombre consciente está construído sobre el hombre
equilibrado —no sobre el hombre mecánico— y en la necesidad de llegar a ser
conscientes en los opuestos antes de poder alcanzar el estado de hombre
equilibrado.
Maurice Nicoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario