LA OBSERVACION
DE CIERTOS "YOES"
Por: Maurice
Nicoll
Cada aspecto de
la enseñanza del trabajo se vincula con otro aspecto.
El conjunto de
nuestro modo de ser psicológico está interrelacionado de una manera muy
complicada, lo mismo que en nuestro cuerpo físico en estado de salud normal
cada órgano está vinculado a otro órgano.
Por ejemplo,
nuestro hígado, nuestro estómago, nuestro corazón, nuestros riñones, todos
están vinculados entre si.
No se puede
sacar el corazón fuera de la esfera de nuestro cuerpo y estudiarlo
separadamente de por si.
Una cosa
depende de la otra.
En otra escala,
la tierra depende del sol y el sol es un pequeño miembro de la galaxia.
Por eso cuando
una persona intenta modificar algo en si misma, siempre encuentra dicha cosa ligada
a alguna otra cosa.
Hay en nosotros
conexiones muy profundas que se remontan en nuestro cuerpo-tiempo casi al
comienzo mismo de nuestra vida.
Por lo tanto no
cabe decir arbitrariamente: "voy a cambiar esto o aquello en mi
mismo."
Verá que si intenta
cambiar esto o aquello en si mismo tiene que cambiar además otra cosa.
Por eso ¿qué
podemos cambiar en nosotros mismos? ¿Somos simplemente una maquinaria de
asociaciones mecánicas —es decir, estamos predeterminados o existe la
posibilidad de cambiar o al menos de modificar algo de modo tal que nos
convirtamos en algo diferente de lo que somos?
Ahora bien, el
trabajo enseña que ciertos "yoes" en nosotros mismos son inútiles
para nosotros.
Por ejemplo, el
trabajo dice sucintamente, que se puede cambiar los "yoes"
pertenecientes a la falsa personalidad sin peligro de dañarnos.
Las gentes
tratan de cambiar su dieta, sus hábitos físicos y todo lo demás, pero sin
resultado alguno.
En este caso la
formulación suprema desde el punto de vista del trabajo es que se pueden
transformar las impresiones entrantes.
Esto es llamado
dar el primer choque consciente a la máquina.
Se pueden
recibir las impresiones de modo diferente y, el trabajo agrega, si se empieza a
trabajar aquí, si se toman las impresiones conscientemente, en vez de hacerlo
mecánicamente, uno no se hace daño a si mismo.
Como es sabido,
este trabajo se inicia en el lado psicológico.
Un hombre puede
decir: "Desde hoy voy a pasar hambre."
Empieza por el
mal lado.
¿Por qué?
Porque su
psicología no cambiará.
No hay razón
alguna en imponerse un ascetismo casi completo.
Como es sabido,
el propósito en el trabajo ha de ser inteligente y debe dirigírselo a algo que
ha sido observado y de lo cual uno se ha separado.
Para ilustrar
lo que se ha dicho, retomemos una vez más a la doctrina de los "yoes"
en el trabajo.
Cuando uno se
encuentra con un hombre que no puede soportar, casi siempre se debe a que se es
lo mismo que él, con la salvedad que no se tiene conciencia de ello.
Este sentimiento
absolutamente imaginario de "yo" sobre el cual descansamos no es el
sentimiento de "yo" que se logra después de pasar varios años en el
trabajo.
¿Por qué?
Porque ese
"yo" imaginario se dividirá en muchos "yoes" diferentes.
A no ser que se
lleven esos "yoes" a la conciencia, permanecen semiconscientes o
hasta inconscientes y pueden actuar sobre nosotros de tal modo que nos sea
imposible tener la mínima confianza en nosotros mismos.
Ahora bien, tal
como dije, al tratar de ver los "yoes" en uno mismo, es preciso notar
cuándo se critica a otra persona muy vivamente.
Se puede tener
la certeza que dicha persona, a quien se ve con los sentidos externos,
representa un "yo" en uno mismo del cual todavía no se tiene
conciencia.
Dije una vez,
como una suerte de analogía o parábola, que si pasáramos al mundo espiritual
—sea cual fuere su significado— veríamos probablemente un hombre a quien no
podríamos tolerar.
Un ángel diría:
"¿Sabéis quien es este hombre?"
Y la respuesta
sería: "Sois vos, a quien nunca habéis visto y nunca intentado ver
mientras estuvisteis en la tierra."
A veces nos
encontramos en sueños con una persona a quien no podemos soportar y con quien
nos querellamos.
Por regla
general es un "yo" en uno mismo que no se observó.
Por lo tanto,
la tarea que nos imponemos es la de hacer que esas partes en tinieblas que
están en nosotros mismos sean más conscientes —a saber, esos lados de nosotros
mismos, semiconscientes o inconscientes.
Hemos de llegar
a tener una mucha mayor percepción de nosotros mismos en lugar de dar por
supuesto lo que somos.
Hemos de
comprender prácticamente, mediante una experiencia directa, que no somos una
persona sóla sino muchas y que ese "yo" imaginario que imaginamos ser
no existe en realidad en absoluto.
Ahora bien,
puede que desee ser una persona diferente de lo que soy.
Este sería un
excelente propósito, desde luego, pero ¿sé acaso lo que soy?
Como dije, todo
está en nosotros interrelacionado.
Me pregunto
¿por qué no puedo ser feliz?
¿Por que cuando
estoy de buen talante, las otras personas parecen no simpatizar conmigo o no
logro reciprocidad alguna?
Ahora bien,
supongamos que después de muchos años en el trabajo tengo una conciencia mucho
más aguda de los "yoes" desagradables, de los "yoes" que
todo lo censuran, de los "yoes" mezquinos, de los "yoes"
celosos, de los "yoes" envidiosos —supongamos que tengo una
percepción cada vez más aguda de tales "yoes" en mi mismo, ¿creen que
tengo alguna posibilidad de ser menos desdichado?—.
Ciertamente.
¿Por qué? Porque ya no tengo más el mismo sentimiento de "yo" que
tenia antes.
En efecto,
empiezo a darme cuenta que todo cuanto critico en los demás lo tengo en mi
mismo.
¿No es acaso
curioso pensar en el "yo" imaginario que se jacta, se encarece, y no
es igualmente extraordinario pensar como las gentes andan por el mundo
ostentando esta suerte de lozanía e intentando establecer relaciones los unos
con los otros?
Ahora bien, la
transformación de impresiones, que es el primer choque consciente y que de
acuerdo con la enseñanza del trabajo es algo que podemos realizar sin daño
alguno para la máquina, está respaldado entre otras cosas por la idea de que no
hemos de tomar lo que nos sucede en la vida según nuestro acostumbrado modo
mecánico.
Entre la recepción
de las impresiones y la reacción que habría de surgir mecánicamente, interviene
la conciencia y este es todo el secreto.
¿Ha estudiado
cuántas impresiones entrantes —a saber, lo que la gente le dice, en qué forma
lo consideran, cómo se comportan hacia usted— caen sobre la falsa personalidad y
por lo tanto son recibidas por la parte negativa del centro emocional?
¿Ha intentado
impedirlo alguna vez?
Pues bien, no
lo podrá hacer a menos de haber observado y visto en si mismo que habla y se comporta también de la manera que
critica en los otros.
Trate de
recordarse a si mismo —es decir, de transformar las impresiones— sin recurrir
al trabajo previo de observar en usted los diferentes "Yoes", que es
puramente teórico.
Ha de ser capaz
de traer en si mismo la misma cosa que critica en los otros.
Esto es para
nosotros, al nivel en que estamos, la forma suprema de darnos el primer choque
consciente.
El aspecto
mágico de la auto-observación es el de dejar pasar un poco de tiempo antes de
reaccionar a las impresiones entrantes.
Maurice Nicoll
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