EL NUEVO
CONOCIMIENTO
Luego de
establecer el principio de la
posible unificación de las formas de nuestro conocimiento, ahora debemos ver si
esta unificación se realizó en alguna parte; cómo puede realizarse; y si se la
realizará de una forma enteramente
nueva o si una de las formas existentes
abarcará a todas las demás.
Para
esto, tendremos que regresar a los principios fundamentales de nuestro
conocimiento y comparar las posibilidades de desarrollo que los diferentes
métodos poseen.
En otras
palabras, debemos intentar averiguar qué camino y qué método entre todos es el
que nos conduce más rápidamente al nuevo conocimiento.
Hasta
cierto punto, ya hemos establecido esto respecto del camino emocional: el desarrollo de las
emociones, su purificación y LIBERACIÓN respecto de los elementos personales
deben conducir al nuevo conocimiento.
Primero
que todo, ¿qué es el nuevo conocimiento?
El nuevo
conocimiento es la percepción directa mediante
el sentimiento interior.
Yo siento
directamente mi dolor; el nuevo conocimiento
puede hacerme sentir como mío
propio el dolor de otro hombre.
Así el nuevo
conocimiento es, en si, una expansión de la experiencia directa.
La cuestión
es: ¿la expansión del conocimiento objetivo puede basarse en esta nueva
experiencia?
Debemos
examinar la naturaleza del conocimiento objetivo.
Nuestro
conocimiento objetivo consiste en la ciencia y la filosofía.
La
ciencia consideró siempre a la experiencia
interior como datos, como algo que no puede cambiarse, pero que es
"dudoso" y necesita verificarse y corroborarse mediante el método
objetivo.
La
ciencia estudia al mundo como un fenómeno objetivo, y se empeña en estudiar la
vida interior del hombre con todas sus propiedades como un fenómeno objetivo.
Desde un
ángulo, simultáneamente con esto, ha continuado el estudio de la vida interior
del hombre, por decirlo así, desde dentro, pero a este estudio no se le
atribuyó jamás gran significación.
Los
límites del conocimiento interior, o sea, las fronteras de la vida interior, se
consideraron como estrictamente definidos, establecidos e inmutables.
La
posibilidad de expansión, aunque basada en la misma experiencia interior, fue
admitida sólo en el caso del conocimiento objetivo.
Debemos
ver qué constituye la posibilidad de la expansión del conocimiento objetivo.
En su
desarrollo, la ciencia, o sea, el conocimiento objetivo, se encontró con
obstáculos a cada paso.
La
ciencia estudia los fenómenos; tan
pronto trata de pasar al estudio de las causas, enfrenta la pared de lo
desconocido y, para ella, lo
incognoscible.
En la
actualidad, la situación es ésta: la cantidad de hechos desconocidos en cada
dominio del conocimiento científico aumenta rápidamente; y lo desconocido
amenaza con tragarse lo conocido y lo que se acepta como conocido.
El progreso
de la ciencia, especialmente en épocas recientes, puede definirse como un
crecimiento muy rápido de las regiones
de la ignorancia.
Por
supuesto, en el pasado no hubo menos ignorancia de la que hay ahora.
Pero en
el pasado no se la sentía con tanta fuerza: entonces, la ciencia no sabía qué era lo que ignoraba.
Ahora
conoce esto cada vez más, y se da cuenta cada vez más claramente de su propia naturaleza condicional.
Un poco
más allá, y en cada separada rama de la ciencia, lo que ésta no conoce superará a lo que conoce.
En cada
departamento, la ciencia misma empieza a repudiar sus primeros principios.
Un poco
más, y la ciencia misma en conjunto se preguntará: ¿Dónde estoy?
El
pensamiento positivista, que se impuso la tarea de sacar conclusiones generales
del conocimiento ganado por cada separado departamento de la ciencia y por
todos ellos juntos, se hallará obligado a sacar una conclusión de lo que las
ciencias no conocen.
Y
entonces, todo el mundo enfrentará a un coloso con pies de arcilla, o más bien
sin pies, con un nebuloso cuerpo enorme suspendido en el aire.
La
filosofía ha visto durante largo tiempo que este coloso no tiene pies, pero la
mayor parte de la humanidad culta está aún bajo la hipnosis del positivismo,
que ve algo en el lugar de esos pies.
Pronto,
sin embargo, esta ilusión habrá de ser abandonada.
La
matemática, que se halla en la base del conocimiento positivo, y a la que el
conocimiento exacto se refiere siempre con orgullo como su súbdito y vasallo,
niega realmente al positivismo en conjunto.
La
matemática fue incluida en el ciclo de las ciencias positivistas sólo por
error, y pronto el arma principal CONTRA EL POSITIVISMO será precisamente la
matemática.
Llamo
aquí positivismo o al sistema que afirma, en oposición a KANT, que el estudio
de los fenómenos nos puede acercar
a las cosas en si, o sea, que afirma que a través del estudio de los fenómenos
podemos llegar a entender las causas.
Además, y
esto es muy importante como indicación, el positivismo busca las causas de los
fenómenos biológicos y psicológicos en los fenómenos físico-mecánicos.
El
criterio positivista habitual niega la existencia del lado oculto de la vida, o
sea, descubre que este lado oculto consiste en fenómenos electromecánicos y se
nos está revelando gradualmente, y que el progreso de la ciencia consiste en
una revelación gradual de lo oculto.
"Esto
no se conoce todavía", dice un positivista cuando se le muestra algo
"oculto", "pero se lo conocerá.
La
ciencia, avanzando por los mismos cauces que siguiera hasta ahora, descubrirá
eso también.
Después
de todo, hace quinientos años la gente de Europa nada sabía de la existencia de
América; hace setenta años, nadie sabía de la existencia de bacterias; hace
veinte años nada sabía del radium.
Pero
América, las bacterias y el radium están ahora todos descubiertos.
Del mismo
modo, y por los mismos medios, y sólo por estos medios, se descubrirá todo lo
que generalmente ha de descubrirse.
Se
perfeccionan los aparatos, se tornan más delicados los métodos, medios y
observaciones.
Cosas que
hace cien años ni siquiera pudieron sospecharse, se convirtieron ahora en
hechos conocidos y entendidos en general.
Si es que
algo puede conocerse, eso se conocerá precisamente mediante este método."
Así
hablan quienes adhieren al criterio positivista del mundo, pero sus razonamientos
se basan en la más profunda ilusión.
Esta
afirmación del positivismo sería correcta si la ciencia se moviera
uniformemente en todas las direcciones de lo desconocido; si para ella no
hubiera puertas selladas: si una multitud de cuestiones, (de cuestiones fundamentales), no permaneciera tan
oscura como en los tiempos en que la ciencia no existía.
Vemos que
hay regiones muy vastas cerradas para la ciencia, que jamás las penetró y, lo
que es peor, no dio un paso en dirección a estas regiones.
Hay
muchas cuestiones respecto a cuya comprensión la ciencia no efectuó movimiento
alguno: muchas cuestiones entre las que un científico moderno, armado con todo
su conocimiento, está tan desvalido como un salvaje o un niño de cuatro años.
Tales
cuestiones son: la de la vida y la muerte, los problemas del tiempo y el espacio,
el misterio de la consciencia, etc. etc.
Todos
sabemos esto, y todos podemos hacer esto: tratar de no pensar en la existencia
de estas cuestiones, olvidarnos de ellas.
Y esto es
lo que hacemos habitualmente.
Empero,
esto no disipa a esas cuestiones.
Continúan
existiendo, y en cualquier momento podemos volver a ellas y comprobar por medio
de ellas la firmeza y la fortaleza de nuestro método científico.
Y cada
vez, ante semejante intento, vemos que nuestro método científico no tiene valor
para estas cuestiones.
Por medio
de él podemos establecer la composición química de estrellas distantes; fotografiar
el esqueleto humano invisible para el ojo, inventar minas flotantes que pueden
controlarse a distancia mediante ondas eléctricas y destruir de una vez cientos
y miles de vidas.
Pero
mediante este método no podemos decir qué piensa un hombre que está sentado
junto a nosotros.
No
importa cuánto pesemos, fotografiemos o sondeemos a ese hombre: jamás averiguaremos sus pensamientos,
hasta que él mismo nos los diga.
PERO ESTE
ES UN MÉTODO COMPLETAMENTE DIFERENTE.
La esfera
de acción de los métodos de la ciencia exacta es estrictamente limitada.
Esta
esfera es: el mundo de la experiencia directa accesible al hombre.
La
ciencia exacta con su método jamás penetró y jamás penetrará en el mundo que está más allá de los linderos de
la experiencia orgánica corriente.
La
expansión del conocimiento objetivo es posible solamente con una expansión de
la experiencia directa.
Pero a
pesar de todo el desarrollo de las ciencias objetivas, la ciencia no ha dado un
solo paso en esta dirección, y la línea fronteriza de la experiencia permanece
exactamente en el mismo lugar.
Si la
ciencia hubiera dado un solo paso en esta dirección, si pudiéramos sentir o
experimentar algo de modo diferente, entonces deberíamos poder admitir que la
ciencia está avanzando y daríamos dos, tres, diez o mil pasos hacia adelante.
Pero, puesto
que no dio un solo paso, estamos justificados al pensar que jamás lo dará.
El mundo
más allá de la experiencia de los cinco sentidos está cerrado a la
investigación objetiva, y para esto hay razones muy claras.
Ninguno
de los cinco sentidos puede descubrir, de modo alguno, todo lo que existe.
Según lo
que se entiende corrientemente, la existencia objetiva es una forma definida de
existencia en un sentido muy estrecho, que dista mucho de agotar la totalidad
de la existencia.
El error
del positivismo consiste en el hecho de que reconoció como realmente existente
sólo lo que existe objetivamente (como él lo entiende) y empezó a negar incluso
la existencia de todo el resto.
Podemos
definirla de este modo: debido a las propiedades de nuestra percepción o debido
a las condiciones bajo las
cuales nuestra mente trabaja, segregamos una pequeña cantidad de hechos dentro de un grupo definido.
Este
grupo de hechos representa al mundo objetivo y es accesible al estudio
científico.
Pero este
grupo por ningún medio representa TODO LO QUE EXISTE.
La
extensión en el espacio y la extensión en el tiempo es la primera condición de LA
EXISTENCIA OBJETIVA.
Pero las
formas de la extensión de una cosa en el espacio y su existencia en el tiempo son
creadas por el sujeto que percibe la cosa, y no pertenecen a la cosa misma.
La
materia es, primero que todo, tridimensional.
La
tridimensionalidad es la forma de nuestra percepción.
La
materia de cuatro dimensiones significaría un cambio en la forma de nuestra
percepción.
La
materialidad significa las condiciones de la existencia en el tiempo y el
espacio, o sea, las condiciones de la existencia bajo las cuales "dos fenómenos
idénticos no pueden tener lugar al mismo tiempo y en el mismo lugar".
Esta es
una exhaustiva definición de materialidad.
Está
claro que, en las condiciones que nosotros conocemos dos fenómenos idénticos
que tengan lugar al mismo tiempo y en el mismo lugar constituirían un fenómeno.
Pero esto
es obligatorio sólo para las condiciones de la existencia que conocemos, o sea,
para tal materia como nosotros la percibimos.
Para el
universo, esto no es obligatorio.
Observamos
constantemente, en la práctica, condiciones de materialidad en los casos en los
que hemos de crear una secuencia de fenómenos en nuestra vida o estamos
obligados a efectuar una selección, pues nuestra materia no permite más que una
cierta cantidad definida de fenómenos contenidos en un definido intervalo de
tiempo.
La
necesidad de selección es tal
vez el principal signo risible de la materialidad.
Fuera de
la materia, la necesidad de selección desaparece, y si podemos Imaginar un ser,
capaz de sentir y vivir fuera de las condiciones de la materialidad, tal ser
podrá poseer simultáneamente cosas que, desde nuestro punto de vista, son
incompatibles, conflictivas y mutuamente excluyentes; podrá estar en diversos
lugares a la vez; asumir diferentes aspectos; cumplir al mismo tiempo acciones
contradictorias y mutuamente excluyentes.
Al hablar
de materia es necesario recordar siempre que la materia no es una sustancia
sino meramente una condición.
Por
ejemplo, un hombre es ciego.
Es
imposible considerar a la ceguera como sustancia.
Es una
condición de la existencia de ese hombre dado.
La
materia es un género de ceguera.
El
conocimiento objetivo puede desarrollarse indefinidamente con la perfección de
aparatos y métodos de observación e investigación.
Lo único
que no puede traspasar son los límites de la esfera tridimensional, o sea, las
condiciones del espacio y del tiempo, porque es creada en esas condiciones, y
las condiciones de la existencia del mundo tridimensional constituyen sus
propias condiciones de existencia.
Objetivamente,
el conocimiento estará siempre sujeto a estas condiciones, porque de otro modo
cesaría de existir.
Ningún
aparato, ninguna máquina superará estas condiciones, pues si lo logra, por este
mismo hecho, primero que todo, se eliminará a sí mismo.
Sólo el perpetuum mobile, o sea, una
violación de las leyes fundamentales del mundo tridimensional como lo
conocemos, representaría una victoria sobre el mundo tridimensional en el mundo tridimensional mismo.
Sin embargo,
es necesario recordar que el conocimiento objetivo no estudia hechos, sino
solamente representaciones de hechos.
A fin de
que el conocimiento objetivo trascienda los limites de la esfera
tridimensional, es necesario que cambien las condiciones de la representación.
Mientras esto no
tenga lugar, nuestro conocimiento objetivo se reduce dentro de los límites de
una esfera tridimensional infinita.
Puede
avanzar ad infinitum por los radios de esa esfera, pero no
traspasará el dominio del que nuestro mundo tridimensional representa una sección.
Y por lo
que ocurrió sabemos que si nuestra percepción estuviera más limitada aún, el
conocimiento objetivo estaría correspondientemente limitado.
Es
imposible transmitirle a un perro la idea de que la tierra es redonda; hacerle
recordar el peso del sol y las distancias entre los planetas.
Su
conocimiento objetivo es mucho más personal
que el nuestro.
Y la
causa de esto radica en su mente limitada.
Vemos,
pues, que el conocimiento objetivo depende de las propiedades de la mente.
Por
supuesto, hay una diferencia tremenda entre el conocimiento objetivo de un
salvaje y el de Herbert Spencer.
Pero ni
uno ni otro superan los límites de la esfera tridimensional, o sea, el dominio
de lo "condicional", de lo irreal.
A fin de
salir de la esfera tridimensional, es necesario expandir o cambiar las formas
de percepción.
El
estudio de formas complejas de cognición nos dice que es posible.
PLOTINO,
el famoso filósofo alejandrino del siglo III, afirmaba que, para la cognición
perfecta, el sujeto y el objeto deben unirse: que el agente racional y la cosa
que es percibida no deben separarse.
"Pues
aquello que ve es la cosa misma
que es vista." (46)
Naturalmente,
aquí no debe entenderse "ver" en un sentido literal.
El
"ver" cambia con el cambio del estado de consciencia en que ocurre.
La
filosofía india distingue cuatro estados de consciencia: sueño, sueños, estado
de vigilia y estado de consciencia absoluta:
El estado primero, o espiritual, era el éxtasis; a
partir del éxtasis, se olvidaba de sí en el sueño profundo; del sueño profundo
despertaba de la inconsciencia, pero aún dentro de sí, en el mundo interno de
los sueños; de los sueños ingresaba finalmente en el estado cabalmente vigil, y
en el mundo externo de los sentidos.
El
éxtasis es un término que PLOTINO usa.
Es
completamente idéntico al término TURIYA de la psicología india.
En el
denominado estado de vigilia, la consciencia está rodeada por cosas construidas
por los órganos de los sentidos y el aparato perceptivo del mundo fenoménico;
distingue lo "subjetivo": de lo "objetivo" y diferencia sus
imágenes de representación de la "realidad".
Acepta al
mundo objetivo fenoménico como realidad, y a los sueños como irrealidad.
Al mismo
tiempo, parece considerar como irreal a todo el mundo subjetivo.
Su oscura
sensación de las cosas reales que están más allá de lo que los órganos de los
sentidos construyen, o sea, las sensaciones de los noúmenos, la consciencia las
identifica con sueños, o sea, con lo irreal, lo imaginario, lo abstracto, lo
subjetivo, y sólo considera a los fenómenos
como reales.
Gradualmente,
convencidos en razón de la irrealidad de los fenómenos, o sintiendo
interiormente esta irrealidad y la realidad de lo que está más de allá ellos,
nos liberamos del espejismo de los fenómenos y empezamos a entender que todo el
mundo fenoménico es realmente también subjetivo y que la realidad verdadera se
halla mucho más profundamente.
Entonces,
tiene lugar, en la consciencia, una revolución completa de todas las ideas
acerca de la realidad.
Lo que
antes se consideraba real, se torna irreal, y lo que se consideraba irreal se
torna real. (48)
La
transición en el estado absoluto de la consciencia es "UNIÓN CON LA DIVINIDAD ", -VER A
DIOS", "SENTIR EL REINO DE LOS CIELOS", "INGRESO EN EL
NIRVANA".
Todas
estas expresiones de las religiones místicas traducen el hecho psicológico de una
expansión de la consciencia, una expansión en la que la consciencia absorbe
todo dentro de sí.
Leadbeater
escribe:
Sir Edwin Arnold escribió acerca del estado
beatifico que "La gota de rocío se desliza dentro del mar brillante".
Quienes atravesaron esas maravillosas experiencias
saben que, aunque parezca esto paradójico, la sensación es exactamente al
revés, y que una descripción mucho más perfecta sería que ¡de algún modo el
océano se derramó dentro de la gota!
Esa consciencia, vasta como el mar, con "su
centro en todas partes y su circunferencia en ninguna" es un hecho grande
y glorioso: pero cuando un hombre lo alcanza, le parece que su consciencia se
amplió para abarcarlo todo.
Esta absorción del océano por una gota ocurre
porque la consciencia nunca desaparece, o según la interpretación de la escuela ocultista del Sur de la india,
los cuatro estados de consciencia se entienden en un orden algo distinto, el
más distante de la verdad, el más ilusorio, es el estado de vigilia (tomado en su sentido
corriente); el segundo, el sueño, está ya más próximo a la verdad; el tercero,
el sueño profundo sin sueños
está en contacto con la verdad; y el cuarto, el Samadhi, o éxtasis, se funde con la verdad.
Los
conceptos acerca de lo subjetivo y lo objetivo están obligados a cambiar.
La
designación habitual será incorrecta para la comprensión exacta.
Por el
contrario, todo lo fenoménico será subjetivo, y lo verdaderamente objetivo será
lo que, en condiciones corrientes, se considera subjetivo o carente de toda
existencia.
O sea, nunca se esfuma, nunca se extingue.
Cuando la consciencia parece desaparecer, en
realidad sólo cambia su forma, cesa de ser análoga a la nuestra: y así perdemos
el medio para averiguar su existencia.
No tenemos datos exactos para pensar que se esfuma.
Para eludir el campo de nuestra posible observación
le basta tan solo con cambiar un poco.
En el mundo objetivo, una fusión de la gota con el
océano conduce naturalmente a la aniquilación de la gota, a su absorción por el
océano.
Jamás hemos observado otro orden de cosas en el
mundo objetivo, y jamás nos lo representaremos así.
Pero en lo real, o sea, en el mundo subjetivo, debe
existir y funcionar necesariamente otro orden, una gota de consciencia que se
funda con el océano de la consciencia percibe al océano pero, a través de esto,
no cesa de existir.
Por lo tanto, el océano es indudablemente absorbido
por la gota.
LA
EXPANSIÓN DE LA PERCEPCIÓN
En las
"Epístolas a Flaco" de PLOTINO hallamos un notable esbozo psicológico
y una teoría del conocimiento, que se basa precisamente en la idea de la
expansión de la percepción.
Los objetos externos sólo se nos presentan con
apariencias.
Respecto a ellos, por lo tanto, puede decirse que
más bien poseemos opinión que conocimiento.
Las distinciones del mundo real de la apariencia
son sólo importantes para los hombres corrientes y prácticos.
Nuestra cuestión radica en la realidad ideal que
existe detrás de la apariencia.
El objeto percibido seña algo diferente de la mente
que lo percibe.
Debemos tener entonces una imagen en vez de la
realidad.
Sería monstruoso creer por un momento que la mente
fuera incapaz de percibir la verdad ideal exactamente como es, y que no
tuviéramos certeza y conocimiento real concerniente al mundo de la
inteligencia.
Por lo tanto, se colige que esta región de la
verdad no ha de investigarse como una cosa externa a nosotros, y por tanto sólo
conocida imperfectamente.
Está dentro de nosotros.
Aquí los objetos que contemplamos y lo que
contempla son idénticos: ambos son pensamientos.
El sujeto no puede conocer seguramente un objeto
diferente de si.
El mundo de las ideas está dentro de nuestra
inteligencia.
Por lo tanto, la verdad no es el acuerdo de nuestra
aprehensión de un objeto externo con el objeto mismo.
Es el acuerdo de la mente consigo misma.
La consciencia, por lo tanto, es la única base de
certidumbre.
La mente es su propio testigo.
La razón ve en sí lo que está encima de ella como
su origen; y asimismo, lo que está debajo de ella como aún ella misma una vez
más.
El conocimiento tiene tres grados: opinión, ciencia
e iluminación.
El medio o el instrumento del primero son los
sentidos; del segundo, la dialéctica; del tercero, la intuición.
Al último subordino la razón.
Es conocimiento absoluto fundado en la identidad de
la mente conocedora con el objeto conocido.
Hay una radiación de todos los órdenes de la
existencia, una emanación externa del Inefable.
Asimismo, hay un impulso de retorno, que atrae todo
hacia arriba y hacia adentro, rumbo al centro de donde todo provino...
El hombre sabio reconoce la idea del bien dentro de
él.
Esto lo desarrolla retirándose dentro del lugar
sagrado de su propia alma.
El no entiende cómo el alma contiene lo bello
dentro de sí, procura comprender la belleza mediante laboriosa producción.
Su objeto debe ser más bien concentrar y
simplificar, y así expandir su ser; en vez de salir hacia la multiplicidad.
Para abandonarlo por el Uno, y así flotar hacia
arriba rumbo a la fuente Divina cuya corriente fluye dentro de él.
Preguntas: ¿Cómo podremos conocer al Infinito? Te
respondo: No mediante la razón.
El oficio de la razón es distinguir y definir.
Por lo tanto, lo infinito no puede clasificarse
entre sus objetos.
Sólo puedes aprehender al infinito mediante una
facultad superior a la razón, entrando en un estado en el que tú no eres más tu
yo finito: en el que la esencia Divina es comunicada a ti.
Esto es el éxtasis.
Es la liberación de tu mente respecto de su
consciencia finita.
Lo semejante sólo puede aprehender lo semejante;
cuando cesas, pues, de ser finito, te unes con el Infinito.
En la reducción de tu alma a su yo más simple, a su
esencia divina, realizas esta unión: esta identidad.
Pero este estado sublime no es de duración
permanente.
Sólo cada tanto podemos disfrutar esta elevación
sobre los límites del cuerpo y del mundo.
Yo mismo realicé esto sólo tres veces, y Porfirio
ni una sola hasta ahora.
Todo lo que tienda a purificar y elevar a la mente
te ayudará en este logro, y facilitará el acercamiento y la recurrencia de
estos intervalos felices.
Hay, pues, diferentes caminos por los que puede
alcanzarse este fin.
El amor por la belleza que exalta al poeta; la
devoción hacía el Uno y el ascenso de la ciencia que constituye la ambición del
filósofo, y el amor y las plegarias por las que algún alma devota y ardiente
tiende en su pureza moral hacia la perfección.
Estos son los grandes caminos que conducen hacia la
altura por encima de lo real y lo particular, donde estamos en la inmediata
presencia del infinito, que brilla como desde las honduras del alma. (49)
En otra
parte de sus escritos, PLOTINO da una definición aún más exacta del
conocimiento extático, señalando propiedades de éste que nos muestran muy
claramente que está implícita una expansión infinita del conocimiento
subjetivo.
En la visión de Dios [dice PLOTINO] lo que ve no es
nuestra razón sino algo anterior y superior a nuestra razón...
Quien de esta manera ve no ve propiamente, no
distingue o imagina dos cosas (el que ve y lo visto).
Cambia, cesa de ser él mismo, nada preserva para
sí.
Absorto en Dios, se hace uno con él, ¡como un
centro de un círculo que coincide con otro centro!
ouspensky
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