martes, 27 de enero de 2015

QUERER LO QUE SE TIENE QUE HACER

QUERER LO QUE SE TIENE QUE HACER

Conviene mucho querer lo que se tiene que hacer porque nos libera interiormente.

"Todo lo que viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas" (Eclesiastés IX, 10).

Agregaría a modo de comentario:

"Todo lo que te viniere a hacer, hazlo según tus fuerzas".

Y esto quiere decir quererlo, en cuanto tenemos voluntad.

Dije una vez que había una buena manera de observarse a sí mismo desde otro ángulo —es decir, observar a qué cosas se ponen reparos en el día y tratar de querer aquello a lo cual se ponen reparos y no aceptarlo meramente.

Hay que decirse algo semejante a esto: "Vamos, ocupémonos de esto".

Y les aseguro que es una muy buena manera de acabar con muchas cosas que tenemos que hacer en el día.

¿Por qué?

Una de las razones es que es tan fácil volverse negativo cuando se quiere hacer otra cosa o no se ve por qué uno habría de hacer esa otra cosa.

Se dice uno para si: "Esto es injusto".

Pero en la vida todo es injusto.

Nada es recto o justo en esta Tierra, y tendrían que leer el maravilloso capítulo de Ouspensky acerca del Misticismo Experimental para entender que nuestra idea de justicia en la Tierra es una ilusión, tal como lo vio él a través de la percepción interior de un plano más elevado de comprensión.

En este nivel toda la humanidad dormida pertenece a un diminuto planeta que es una especie de manicomio.

No hay justicia, no hay rectitud.

Si todos los que están en la Tierra llegaran a ser conscientes, entonces la historia sería muy diferente.

Basta observar lo que está sucediendo en el mundo hoy en día.

Por eso en lugar de referir todas las cosas a la idea de rectitud y justicia es mucho más conveniente querer lo que hay que hacer en todo y tratar de despertar de las emociones negativas.

Esto nos procura libertades y paz interior.

Cocear contra el aguijón nos hace más negativos y por lo tanto menos y menos libres.

Esta conferencia se refiere a las dos maneras de tomar los eventos de la vida.

Una es no identificarse con ellos; la otra es quererlos.

A veces hemos de emplear uno de los métodos, otras el otro, o ambos.

Les diré también un secreto.

Hemos de querernos los unos a los otros: este es el principio del amor consciente.

Maurice Nicoll


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