VISIÓN ESPIRITUAL
Cuando nuestras limitaciones CAEN, contemplamos el espíritu del mundo
como contemplamos el espíritu de un amigo: algo que se discierne en y a través
de la presentación material de un cuerpo a nosotros.
Los medios de nuestro pensamiento son suficientes en la actualidad para
mostrarnos almas humanas; pero, excepto los seres humanos, en lo que a la
ciencia concierne, todo es inanimado.
Nuestro elemento personal deberá desembarazarse de nuestra percepción,
y esto será cambiado.
En la crítica de la
razón Pura y otros escritos, Kant negaba la posibilidad de la "visión
espiritual".
Pero en Dreams of a Spirit-seer, no sólo admite “la
posibilidad de la visión espiritual” sino que también le da una de las mejores
definiciones que jamás tuvimos hasta ahora.
Kant afirma
inequívocamente:
Confieso que me inclino muchísimo a afirmar la existencia de naturalezas
inmateriales en el mundo, y a poner a mi misma alma en esa clase de seres...
Estos seres inmateriales... unidos inmediatamente uno con otro...
podríamos formar, tal vez, una gran totalidad que podría llamarse el mundo
inmaterial... [Todo hombre es un ser de dos mundos: del mundo inmaterial y del
mundo material, y] se demostrará, no sé dónde ni cómo, que también el Alma
humana forma en esta vida una comunión indisoluble con todas las naturalezas
inmateriales del mundo de los espíritus, que, alternativamente, actúa sobre ese
mundo y recibe impresiones de él, de las que, no obstante, no es consciente
mientras es hombre todavía...
Debemos, considerar al Alma humana como unida, en su vida actual, con
dos mundos al mismo tiempo, de los que percibe con claridad solamente al mundo
material, en cuanto está unida con un cuerpo, y forma así una unidad
personal...
Por lo tanto, en realidad es un sujeto que es, pues, al mismo tiempo,
miembro del mundo visible y del mundo invisible, pero no una misma persona;
pues, atendiendo a la diferente calidad de ellos, los conceptos de un mundo no
son ideas asociadas con las del otro mundo, de manera que, lo que juzgo como
espíritu, no lo recuerdo como hombre y, a la inversa, mi estado como hombre no
entra en el concepto de mí como espíritu...
El nacimiento, la vida, la muerte, son sólo estados del alma...
En consecuencia, nuestro cuerpo solo es perecedero: nuestra esencia no
es perecedera y debe haber existido incluso en la época en que nuestro cuerpo
no tenía existencia.
La vida del hombre es doble.
Está compuesta por dos vidas: la animal y la espiritual.
La primera vida es la del hombre y, afín de vivir esta vida, el hombre
necesita un cuerpo.
La segunda vida es la vida del espíritu, el alma del hombre vive esa
vida separadamente del cuerpo y debe vivir en ella después de su segregación del
cuerpo.
Kant rehúsa admitir
la posibilidad de una sola cosa: la posibilidad de una percepción física de los
fenómenos espirituales.
De manera que Kant
reconoce no sólo la posibilidad de la existencia de un mundo espiritual
consciente, sino también la posibilidad de comunión con él.
Hegel construyó toda
su filosofía sobre la posibilidad de una percepción directa de la verdad, sobre
una visión espiritual.
Ahora bien, enfocando
la cuestión de los dos mundos desde el lado psicológico, desde el lado de la
teoría de la cognición, debemos establecer firmemente el hecho de que antes que
podamos esperar aprender algo de la esfera neumónica, deberemos definir todo lo
que podamos definir de las propiedades del mundo multidimensional,
usando para esto el método puramente intelectual del razonamiento.
Es muy probable que
no podamos definir muchísimo mediante este método.
Tal vez nuestras
definiciones sean burdas, no correspondan enteramente a la diferenciación sutil
de las relaciones en el mundo neumónico.
Todo esto es muy
probable y debe tenerse en cuenta.
Empero debemos
definir lo que podamos y averiguar, primero que todo, con toda la exactitud
posible, lo que el mundo neumónico no
puede ser, y luego, lo que
puede ser, o sea, qué relaciones son imposibles y qué relaciones son posibles en él.
Esto es necesario a
fin de que, al entrar en contacto con el mundo real, podamos distinguirlo del
mundo fenoménico y, sobre todo, para que no confundamos al mundo neumónico con
un simple reflejo del mundo fenoménico.
La razón de por qué
ignoramos al mundo de las causas, la razón de por qué somos prisioneros del
mundo fenoménico, es precisamente que no sabemos cómo ver dónde termina uno y
empieza el otro.
Estamos en contacto
constante con el mundo de las causas, vivimos en él, porque nuestra mente y
nuestra función en el mundo, incomprensibles para nosotros, son parte de él o
un reflejo de él.
Pero ni lo vemos ni
lo conocemos, porque negamos su existencia, consideramos que todo lo existente es fenoménico y no
existe nada que no sea fenoménico; o lo aceptamos pero nos empeñamos en
conocerlo en las formas del mundo fenoménico tridimensional; o lo buscamos y no
podemos encontrarlo, porque perdemos nuestro camino en medio de los engaños e
ilusiones del mundo fenoménico reflejado,
al que confundimos con el mundo neumónico.
En esto radica la
tragedia de nuestras búsquedas espirituales.
No sabemos qué es lo que buscamos.
Y el único medio de
liberamos de esta tragedia es una definición intelectual preliminar de las
propiedades de lo que buscamos.
No debemos enfocar al
mundo de las causas sin estas definiciones, con nada salvo sensaciones
indefinidas, pues en ese caso nos perderemos
en su frontera.
SPINOZA………
Esto es lo que
entendió SPINOZA quien escribió que él no podía hablar de Dios, no conociendo sus atributos.
Cuando estudié los elementos de Euclides, lo primero que entendí fue
que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos, y
percibí claramente esta propiedad de un triángulo aunque ignoraba muchas otras.
Con respecto a los espectros, o fantasmas, nunca oí hablar de una
propiedad inteligible de éstos, sino sólo de fantasías que nadie puede captar.
Hemos establecido
ciertos criterios que nos permiten apreciar el mundo de los noúmenos o el
"mundo de los espíritus"; y debemos hacer uso de ellos.
Primero que todo,
podemos decir que el mundo de los
noúmenos, o sea, el mundo real, no puede ser tridimensional y no puede
contener nada tridimensional, o sea, conmensurable con los objetos físicos,
similar a ellos en apariencia externa, que
posea forma.
En otras palabras, el
mundo neumónico no puede contener nada que tenga extensión en el espacio y que
cambie en el tiempo.
Y, sobre todo, no
puede contener nada muerto, inanimado, inconsciente, aunque el nivel de
consciencia sea diferente.
En el mundo de las causas,
todo debe ser consciente, porque es en si la consciencia, el alma del mundo.
Además, debemos tener
presente que el mundo de las causas es el mundo de lo milagroso. Que lo que nos parece corriente, nunca puede ser
real.
Lo real nos parece milagroso; no creemos
en él, no lo reconocemos.
En consecuencia, no
sentimos los misterios de los
que la vida está llena.
Sólo lo irreal es corriente.
Lo real debe parecer
milagroso.
El misterio del tiempo lo impregna todo.
Se lo siente en cada
piedra que tal vez fue testigo de los períodos glaciales, y del ictiosauro y
del mamut.
Se lo siente en el
mañana que no vemos pero que tal vez nos ve y que puede resultar que es nuestro
último día o, por el contrario, un día de algunos logros de los que hoy nada sabemos.
El misterio del pensamiento lo crea
todo.
Tan pronto como
entendamos que el pensamiento no es una "función del movimiento" y
que el movimiento mismo es sólo una función
del pensamiento; tan
pronto como empecemos a sentir la profundidad de este misterio, veremos que
todo el mundo es una especie de vasta alucinación que no nos espanta ni nos
hace pensar que estamos locos, solamente porque estamos acostumbrados a ella.
El misterio del infinito es el
más grande de todos los misterios.
El nos dice que todas
las galaxias — todo el universo visible— no tienen dimensiones en comparación con el infinito; que son iguales a un punto, un punto
matemático que no tiene extensión alguna, y que, al mismo tiempo, puntos que
para nosotros no son medibles puede tener una extensión diferente y dimensiones
diferentes.
en el pensamiento
"positivista", hacemos esfuerzos para olvidarnos de esto, para no
pensar en esto.
En algún tiempo
futuro, al positivismo se lo definirá como un sistema que nos permite no pensar
en cosas reales y limitarnos estrictamente al dominio de lo irreal y lo
ilusorio.
ouspensky
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