jueves, 29 de enero de 2015

VISIÓN ESPIRITUAL

VISIÓN ESPIRITUAL

Cuando nuestras limitaciones CAEN, contemplamos el espíritu del mundo como contemplamos el espíritu de un amigo: algo que se discierne en y a través de la presentación material de un cuerpo a nosotros.

Los medios de nuestro pensamiento son suficientes en la actualidad para mostrarnos almas humanas; pero, excepto los seres humanos, en lo que a la ciencia concierne, todo es inanimado.

Nuestro elemento personal deberá desembarazarse de nuestra percepción, y esto será cambiado.

En la crítica de la razón Pura y otros escritos, Kant negaba la posibilidad de la "visión espiritual".

Pero en Dreams of a Spirit-seer, no sólo admite “la posibilidad de la visión espiritual” sino que también le da una de las mejores definiciones que jamás tuvimos hasta ahora.

Kant afirma inequívocamente:

Confieso que me inclino muchísimo a afirmar la existencia de naturalezas inmateriales en el mundo, y a poner a mi misma alma en esa clase de seres...

Estos seres inmateriales... unidos inmediatamente uno con otro... podríamos formar, tal vez, una gran totalidad que podría llamarse el mundo inmaterial... [Todo hombre es un ser de dos mundos: del mundo inmaterial y del mundo material, y] se demostrará, no sé dónde ni cómo, que también el Alma humana forma en esta vida una comunión indisoluble con todas las naturalezas inmateriales del mundo de los espíritus, que, alternativamente, actúa sobre ese mundo y recibe impresiones de él, de las que, no obstante, no es consciente mientras es hombre todavía...

Debemos, considerar al Alma humana como unida, en su vida actual, con dos mundos al mismo tiempo, de los que percibe con claridad solamente al mundo material, en cuanto está unida con un cuerpo, y forma así una unidad personal...

Por lo tanto, en realidad es un sujeto que es, pues, al mismo tiempo, miembro del mundo visible y del mundo invisible, pero no una misma persona; pues, atendiendo a la diferente calidad de ellos, los conceptos de un mundo no son ideas asociadas con las del otro mundo, de manera que, lo que juzgo como espíritu, no lo recuerdo como hombre y, a la inversa, mi estado como hombre no entra en el concepto de mí como espíritu...

El nacimiento, la vida, la muerte, son sólo estados del alma...

En consecuencia, nuestro cuerpo solo es perecedero: nuestra esencia no es perecedera y debe haber existido incluso en la época en que nuestro cuerpo no tenía existencia.

La vida del hombre es doble.

Está compuesta por dos vidas: la animal y la espiritual.

La primera vida es la del hombre y, afín de vivir esta vida, el hombre necesita un cuerpo.

La segunda vida es la vida del espíritu, el alma del hombre vive esa vida separadamente del cuerpo y debe vivir en ella después de su segregación del cuerpo.

Kant rehúsa admitir la posibilidad de una sola cosa: la posibilidad de una percepción física de los fenómenos espirituales.

De manera que Kant reconoce no sólo la posibilidad de la existencia de un mundo espiritual consciente, sino también la posibilidad de comunión con él.

Hegel construyó toda su filosofía sobre la posibilidad de una percepción directa de la verdad, sobre una visión espiritual.

Ahora bien, enfocando la cuestión de los dos mundos desde el lado psicológico, desde el lado de la teoría de la cognición, debemos establecer firmemente el hecho de que antes que podamos esperar aprender algo de la esfera neumónica, deberemos definir todo lo que podamos definir de las propiedades del mundo multidimensional, usando para esto el método puramente intelectual del razonamiento.

Es muy probable que no podamos definir muchísimo mediante este método.

Tal vez nuestras definiciones sean burdas, no correspondan enteramente a la diferenciación sutil de las relaciones en el mundo neumónico.

Todo esto es muy probable y debe tenerse en cuenta.

Empero debemos definir lo que podamos y averiguar, primero que todo, con toda la exactitud posible, lo que el mundo neumónico no puede ser, y luego, lo que puede ser, o sea, qué relaciones son imposibles y qué relaciones son posibles en él.

Esto es necesario a fin de que, al entrar en contacto con el mundo real, podamos distinguirlo del mundo fenoménico y, sobre todo, para que no confundamos al mundo neumónico con un simple reflejo del mundo fenoménico.

La razón de por qué ignoramos al mundo de las causas, la razón de por qué somos prisioneros del mundo fenoménico, es precisamente que no sabemos cómo ver dónde termina uno y empieza el otro.

Estamos en contacto constante con el mundo de las causas, vivimos en él, porque nuestra mente y nuestra función en el mundo, incomprensibles para nosotros, son parte de él o un reflejo de él.

Pero ni lo vemos ni lo conocemos, porque negamos su existencia, consideramos que todo lo existente es fenoménico y no existe nada que no sea fenoménico; o lo aceptamos pero nos empeñamos en conocerlo en las formas del mundo fenoménico tridimensional; o lo buscamos y no podemos encontrarlo, porque perdemos nuestro camino en medio de los engaños e ilusiones del mundo fenoménico reflejado, al que confundimos con el mundo neumónico.

En esto radica la tragedia de nuestras búsquedas espirituales.

No sabemos qué es lo que buscamos.

Y el único medio de liberamos de esta tragedia es una definición intelectual preliminar de las propiedades de lo que buscamos.

No debemos enfocar al mundo de las causas sin estas definiciones, con nada salvo sensaciones indefinidas, pues en ese caso nos perderemos en su frontera.

SPINOZA………

Esto es lo que entendió SPINOZA quien escribió que él no podía hablar de Dios, no conociendo sus atributos.

Cuando estudié los elementos de Euclides, lo primero que entendí fue que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos, y percibí claramente esta propiedad de un triángulo aunque ignoraba muchas otras.

Con respecto a los espectros, o fantasmas, nunca oí hablar de una propiedad inteligible de éstos, sino sólo de fantasías que nadie puede captar.

Hemos establecido ciertos criterios que nos permiten apreciar el mundo de los noúmenos o el "mundo de los espíritus"; y debemos hacer uso de ellos.

Primero que todo, podemos decir que el mundo de los noúmenos, o sea, el mundo real, no puede ser tridimensional y no puede contener nada tridimensional, o sea, conmensurable con los objetos físicos, similar a ellos en apariencia externa, que posea forma.

En otras palabras, el mundo neumónico no puede contener nada que tenga extensión en el espacio y que cambie en el tiempo.

Y, sobre todo, no puede contener nada muerto, inanimado, inconsciente, aunque el nivel de consciencia sea diferente.

En el mundo de las causas, todo debe ser consciente, porque es en si la consciencia, el alma del mundo.

Además, debemos tener presente que el mundo de las causas es el mundo de lo milagroso. Que lo que nos parece corriente, nunca puede ser real.

Lo real nos parece milagroso; no creemos en él, no lo reconocemos.

En consecuencia, no sentimos los misterios de los que la vida está llena.

Sólo lo irreal es corriente.

Lo real debe parecer milagroso.

El misterio del tiempo lo impregna todo.

Se lo siente en cada piedra que tal vez fue testigo de los períodos glaciales, y del ictiosauro y del mamut.

Se lo siente en el mañana que no vemos pero que tal vez nos ve y que puede resultar que es nuestro último día o, por el contrario, un día de algunos logros de los que hoy nada sabemos.

El misterio del pensamiento lo crea todo.

Tan pronto como entendamos que el pensamiento no es una "función del movimiento" y que el movimiento mismo es sólo una función del pensamiento; tan pronto como empecemos a sentir la profundidad de este misterio, veremos que todo el mundo es una especie de vasta alucinación que no nos espanta ni nos hace pensar que estamos locos, solamente porque estamos acostumbrados a ella.

El misterio del infinito es el más grande de todos los misterios.

El nos dice que todas las galaxias — todo el universo visible— no tienen dimensiones en comparación con el infinito; que son iguales a un punto, un punto matemático que no tiene extensión alguna, y que, al mismo tiempo, puntos que para nosotros no son medibles puede tener una extensión diferente y dimensiones diferentes.

en el pensamiento "positivista", hacemos esfuerzos para olvidarnos de esto, para no pensar en esto.

En algún tiempo futuro, al positivismo se lo definirá como un sistema que nos permite no pensar en cosas reales y limitarnos estrictamente al dominio de lo irreal y lo ilusorio.

ouspensky





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