viernes, 23 de enero de 2015

LA BELLEZA Y EL PUER AETERNUS

LA BELLEZA Y EL PUER AETERNUS
Por: Maurice Nicoll

Recibir negativamente el Trabajo es inútil; recibirlo por deber o temor es inútil; recibirlo 'con mucha pesadez y seriedad es inútil; recibirlo sólo formatoriamente es inútil.

El Trabajo debe volverse a la larga emocional.

A no ser que se sienta la belleza del trabajo, a no ser que se lo desee como algo encantador, no podrá establecer un contacto correcto con nosotros, lo cual equivale a decir, en suma, que no podremos ponernos en contacto con los centros superiores.

Hay en todo cierta belleza que no puede ser imitada por la seriedad.

¿Creen que a una persona como yo le convendría estudiar ballet con toda la seriedad posible o cualquier otra forma de ejercicio?

Se que soy torpe y que mi sentido de la belleza, que se manifiesta en otras cosas, no lo hace en esta.

Vemos la belleza de diversas maneras.

Quienes juegan al golf ven la belleza en la jugada de un campeón, los jugadores de esgrima en sus propios movimientos, los de futbol en hacer correr la pelota, los de otros deportes en un golpe afortunado, etc.

El hombre que no ve la belleza no establece un vínculo entre los centros superiores y los centros inferiores.

Ahora bien, ver la belleza es una cosa y amarla es otra.

Puedo asistir a partidos de criquet con lluvias torrenciales, pero sin sentir en momento alguno que se debe a un sentido de compulsión.

El sentido de la belleza no es el sentido del deber.

Lo que sentimos que es bello lo queremos, pero si hacemos este trabajo por un sentido del deber lo hemos encarado mal, aunque al principio nos guste.

Les diré un secreto.

Es maravilloso comprender que se tiene derecho a no ser negativo.

Reparen en las palabras —no "tener derecho a no ser negativo".

Es una de las experiencias más bellas.

A este respecto ocupémonos ahora del tema del identificarse.

Les digo sencillamente que es asombroso ver que no es necesario identificarse con todas las cosas con las cuales estamos identificados.

Me haré pasar por victima para que puedan sentirse superiores a mí.

Supongamos que en el momento en que me observo a mi mismo, reparo que estoy identificado con preguntarme si necesito otro frasco de remedio, si el remedio me hace bien, si tengo que comer más o menos, si he de viajar por razones de salud, si me compraré un traje más abrigado para el próximo invierno, si voy a dejar de fumar, si X es eficiente en el Trabajo, o Y, si debo bajar el pie, etc.

Ahora bien, este es un resumen de mi poder de observación en ese momento, que todos ustedes deberían tener.

Con todas esas cosas que he mencionado como víctima, estoy identificado hasta cierto punto, y todo ello me extrae fuerza en todo momento.

Ahora bien, comprender que no hay que identificarse con todas esas pequeñeces es algo bello, como lo comprenderán ustedes al cabo de un tiempo.

Repito que es algo bello llegar a esta comprensión.

En realidad, les diré que no estoy identificado con las cosas que les mencioné, pero eran las cosas con las cuales solía identificarme.

Pero desde luego, como es sabido, siempre se presenta la pregunta: ¿puedo permitirme el lujo de una heladera o de un lavarropas?

¿Cuál me convendrá mejor?

Ahora bien, cada acto de no identificación ahorra fuerza.

Requiere un acto consciente, lo cual quiere decir que una persona llega a ser consciente de estar identificada con algo y al dejar de identificarse extrae fuerza de ello.

Identificarse significa que se extrae fuerza de uno: no identificarse significa que uno extrae fuerza de aquello con lo cual se identificaba.

Ahora bien, no es posible no identificarse sin cierto grado de recuerdo de si.

Como es sabido, la vida externa hace que nos identifiquemos en todo lugar y en todo punto.

Una persona asiste a un partido de futbol, grita y se entusiasma o se preocupa demasiado por la situación política de un país.

Pero es inútil.

Nada se aprende del estar identificado.

De hecho, impide toda comprensión.

Cuanto más se identifica una persona con alguien al tratar de ayudarla, menos la comprenderá.

Por eso les digo que hay mucha belleza en comprender que el identificarse, tal como lo dice el Trabajo, es la única emoción que conocemos, la emoción de estar identificado.

Lo repito, hay mucha belleza en comprender que es innecesario estar identificado y que el Trabajo ha sancionado no identificarse.

En ello radica mucha belleza y tiene que ver con una eventual conexión con los Centros Superiores.

Lo repetiré otra vez: no se trata solo de no identificarse, puesto que esto se asemeja a un mandamiento.

No hay mandamientos de esta clase en el Trabajo.

La belleza radica en comprender que se tiene derecho a no ser negativo —y si una persona no lo comprende no puede recordarse a si misma.

Todo recuerdo de si tiene que ver con el hecho que hemos bajado a la tierra y que aquí la vida no corresponde a aquello para lo cual hemos bajado: y en nosotros algo lo sabe, esto es, no lo ha olvidado: y esto quiere decir que lo recuerda.

El identificarse hace que todo sea feo.

Pero el sentido de la belleza nos pone en conexión con los dos mundos del espíritu y la materia, y así tiene que ver con el intermediario o PUER AETERNUS.

Maurice Nicoll





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