miércoles, 28 de enero de 2015

EL MUNDO ES UN ESPEJISMO

EL MUNDO ES UN ESPEJISMO

Es necesario renunciar voluntariamente a todo el mundo bello y brillante en que vivimos, admitir que es un espejismo, un fantasma, una irrealidad, un engaño, una ilusión, maya.

Debemos reconciliarnos con esta irrealidad, no temerla sino regocijarnos en ella.

Debemos despojarnos de todo.
                                                                  
Debemos convertirnos en pobres en espíritu, o sea, hacernos pobres mediante el esfuerzo de nuestro espíritu.

El hermoso símbolo del Evangelio expresa la verdad filosófica más profunda:

Bienaventurados los pobres en espíritu pues de ellos es el reino de los cielos.

Estas palabras sólo se aclaran si se las toma en el sentido de renunciamiento al mundo material.

"Pobres en espíritu" no significa pobres en el sentido material, en el sentido cotidiano del mundo; ciertamente, no significa pobreza del espíritu.

La pobreza espiritual es renunciamiento a la materia, la "pobreza" del hombre que no tiene suelo bajo sus pies ni cielo sobre su cabeza.

Los raposas tienen sus madrigueras, y las aves del cielo sus nidos, más el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza.

Este es el género de pobreza cuando un hombre está completamente solo, porque empieza a ver a los demás, hasta los más cercanos a él, su padre, su madre, no como los viera, sino de modo diferente, y renuncia a ellos porque ve las entidades reales en pos de las cuales se empeña, tal como al renunciar al fantasma fenoménico del mundo se aproxima a lo que es verdaderamente real.

El momento de la transición, el terrible momento de la pérdida de lo viejo y la revelación de lo nuevo fue descrito en la literatura antigua con una cantidad infinita de alegorías.

La finalidad de los Misterios era facilitar esa transición.
                                         
ouspensky


                                     

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