EL
MUNDO ES UN ESPEJISMO
Es
necesario renunciar voluntariamente a todo el mundo bello y brillante en que
vivimos, admitir que es un espejismo, un fantasma, una irrealidad, un engaño,
una ilusión, maya.
Debemos
reconciliarnos con esta irrealidad, no temerla sino regocijarnos en ella.
Debemos
despojarnos de todo.
Debemos
convertirnos en pobres en espíritu, o sea, hacernos pobres mediante el esfuerzo de nuestro espíritu.
El
hermoso símbolo del Evangelio expresa la verdad filosófica más profunda:
Bienaventurados los pobres en espíritu pues de
ellos es el reino de los cielos.
Estas
palabras sólo se aclaran si se las toma en el sentido de renunciamiento al
mundo material.
"Pobres
en espíritu" no significa pobres
en el sentido material, en el sentido cotidiano del mundo; ciertamente,
no significa pobreza del espíritu.
La
pobreza espiritual es renunciamiento a la materia, la "pobreza" del
hombre que no tiene suelo bajo sus pies ni cielo sobre su cabeza.
Los raposas tienen sus madrigueras, y las aves del
cielo sus nidos, más el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza.
Este es
el género de pobreza cuando un hombre está completamente solo, porque empieza a ver a los demás, hasta los
más cercanos a él, su padre, su madre, no como los viera, sino de modo
diferente, y renuncia a ellos porque ve las entidades reales en pos de las cuales se empeña, tal como al
renunciar al fantasma fenoménico del mundo se aproxima a lo que es verdaderamente
real.
El
momento de la transición, el terrible momento de la pérdida de lo viejo y la revelación
de lo nuevo fue descrito en la literatura antigua con una cantidad
infinita de alegorías.
La
finalidad de los Misterios era facilitar esa transición.
ouspensky
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