LA
COMPRENSION DE UN CENICERO
Por:
Ouspensky
Recuerdo
una vez en que estaba yo sentado en un sofá fumando y mirando un cenicero.
Este
era un cenicero de cobre cualquiera.
De
repente sentí que empezaba yo a comprender lo que era el cenicero, y al mismo
tiempo, con cierto azoro y casi con temor, sentí que nunca antes lo había
comprendido y que nosotros no comprendemos las cosas más simples que están
alrededor de nosotros.
El
cenicero provocó un torbellino de pensamientos e imágenes.
Contenía
un número infinito de hechos, de sucesos; estaba conectado con un número
inmenso de cosas.
En
primer lugar, con todo lo que se refería al hecho de fumar y al tabaco.
Esto
inmediatamente provocó la aparición de miles de imágenes, momentos, recuerdos.
Luego
el mismo cenicero.
¿Cómo
habían surgido?
¿Cómo
había llegado a ser?
¿Cuáles
eran los materiales de que podría haberse fabricado?
Cobre,
en este caso, ¿qué era el cobre?
¿Cómo
lo habían descubierto los hombres la primera vez?
¿Cómo
había aprendido a usarlo?
¿Cómo
era y dónde se encontraba el cobre de que estaba hecho este cenicero?
¿Por
qué clase de tratamiento había pasado, cómo había sido transportado de un lugar
a otro, cuántas personas habían trabajado con el o en conexión con el?
¿Cómo
había sido transformado el cobre en un cenicero?
Estas
y otras preguntas sobre la historia del cenicero hasta el día en que lo
observaba aparecieron sobre mi mesa.
Recuerdo
haber escrito algunas palabras en un pedazo de papel para poder retener algo de
estos pensamientos al día siguiente.
Y
al otro día leí:
“Un hombre puede volverse loco debido a un
cenicero”.
El
significado de todo lo que sentí era que en un cenicero era posible conocer todo.
Por
hilos invisibles el cenicero estaba unido con todas las cosas del mundo, y no
sólo con el presente, sino con todo el pasado y con todo el futuro.
Conocer
un cenicero significaba conocer todo.
Mi
descripción no expresa en lo más mínimo la sensación tal como fue, porque la
primera y la principal impresión fue que el cenicero era un ser vivo, que
pensaba, que comprendía y que me decía todo lo que se relacionaba con él.
Todo
lo que yo supe lo supe por el mismo cenicero.
La
segunda impresión fue el extraordinario carácter emocional de todo lo que se
refería a lo que estaba en conexión con lo que yo había aprendido acerca del
cenicero.
“Todo está vivo”, me dije a mi mismo en medio
de mis observaciones; “nada hay que esté muerto, somos sólo nosotros los que
estamos “muertos”.
Si
surgimos a la vida un momento, veremos que todo vive, que todas las cosas
viven, piensan, sienten y pueden hablarnos”.
El
caso del cenicero me recuerda otro ejemplo en el que la respuesta a mi pregunta
apareció en la forma de una imagen visual, muy característica en su
estructura.
En
una ocasión en que me encontraba en el estado al que me conducían mis
experimentos, me pregunté a mi mismo:
“¿Qué
es el mundo?”
Inmediatamente
vi la imagen de una gran flor, como una rosa o un loto, cuyos pétalos se abrían
constantemente, crecían, aumentaban de tamaño, llegando al exterior de la flor
y luego en alguna forma regresando nuevamente al centro y empezando otra vez
desde el principio.
Las
palabras de ningún modo expresan esto.
En
esta flor había una increíble cantidad de luz, movimiento, color, música,
emoción, agitación, conocimiento, inteligencia, matemáticas, y un incesante
crecimiento.
Y
mientras miraba la flor alguien
parecía explicarme que esto era el “Mundo” o “Brahma” en su aspecto más claro y
en la aproximación más cercana posible a lo que es en realidad.
“Si
la aproximación se hiciera todavía más cercana, sería Brahma mismo, como él
es”, dijo la voz.
Estas
últimas palabras parecían comprender una especie de advertencia, como si
Brahma en su aspecto real fuera peligroso y pudiera tragarme y aniquilarme.
Esto
era también el “infinito”.
Este
incidente y el símbolo de Brahma o “el mundo”, que permaneció en mi memoria,
me interesó considerablemente porque me explicó el origen de otros símbolos y
de otras imágenes alegóricas.
Creí
después que había yo comprendido el principio de la formación de los distintos
atributos de los Dioses y el significado de muchos mitos.
Más
aún, este incidente me lleva a otro aspecto muy importante de mis experimentos,
a saber, al método por el que las ideas me eran comunicadas en estos extraños
estados después del segundo umbral.
Ouspensky
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