EL ESFUERZO INTELIGENTE
En este Trabajo todo esfuerzo ha de ser inteligente.
Debe
estar respaldado por un propósito que una persona entiende inteligentemente y
debe ser llevado a cabo con su consentimiento.
Todo
esfuerzo verdadero —esto es, todo esfuerzo inteligente— se refiere al
desarrollo de los lados no desarrollados de nosotros mismos.
Cada
uno de nosotros tiene una máquina que sólo está desarrollada escasa y
unilateralmente.
Todo
esfuerzo de Trabajo inteligente se refiere a desarrollar todos los lados de la
máquina a la cual estamos conectados y a hacerla funcionar correctamente.
Sin
embargo, muchas personas tienen la idea de que el esfuerzo significa
simplemente hacer algo que no se quiere hacer sin comprender la necesidad de
hacerlo.
O
también, la gente cree que el esfuerzo sólo consiste en no hacer algo, en
refrenarse de hacer algo.
Ahora
bien, todo esfuerzo de Trabajo se basa en el entendimiento y si se hace un
esfuerzo sin entender lo que se está haciendo no se llega a parte alguna.
Carece
de significado para uno.
En
este Trabajo un hombre, por medio de la observación de si puede llegar a saber
que está siempre en un centro y que no usa sus otros centros.
Si
ha empezado a comprender el Trabajo se hará el propósito de esforzarse en la
dirección de sus centros o partes de centros no desarrollados.
Este
es un propósito inteligente, un esfuerzo inteligente.
Esforzarse
en una dirección sin verdadera conexión con lo que se necesita es una
experiencia muy buena pero puede no dar resultado porque no se hace desde
nuestro entendimiento y nuestra percepción interior de lo que es necesario para
uno mismo.
Tal
vez me proponga levantarme temprano por la mañana y pasarme el día trabajando
la tierra en el campo y luego me hallo demasiado cansado para pensar.
Entonces
pienso quizá que debo levantarme aún más temprano al día siguiente y trabajar
la tierra con más empeño.
Pero,
¿acaso hago este esfuerzo desde mi entendimiento?
Tales
esfuerzos son artificiales, arbitrarios.
Son
muy útiles al principio porque ofrecen amplia materia para la observación de sí
y para esa rara forma de pensamiento que es decir, "¿Qué estoy haciendo
verdaderamente y por qué razón?"
Por
ejemplo, tal vez me convenga más no ir al campo ni pasarme el día trabajando la
tierra, sino en lugar de ello hacer un esfuerzo sobre mi centro emocional y mis
sentimientos negativos, o hacer un esfuerzo sobre mi centro pensante y resolver
algo que había evitado hacer en mi mente.
Todos
saben que hay una clase de esfuerzo llamado en el Trabajo esforzarse en evitar
el esfuerzo.
Algunos
de ustedes han tenido conciencia de que es preciso hacer un esfuerzo diferente,
en la mente o en la no identificación con las emociones negativas y en lugar de
hacerlo, van, por así decirlo, a trabajar la tierra.
Es
más fácil, pero no es inteligente.
No
se basa en la comprensión de nuestra situación.
¿Qué
hay que hacer para cambiar las relaciones con los propios centros?
El
primer fin que se propone este Trabajo es llegar a ser el hombre Nº 4 —esto es,
el hombre equilibrado— y dejar de ser un hombre unilateral ya sea el hombre Nº
1 —es decir, un hombre puramente físico— sea el hombre Nº 2 o el hombre Nº 3.
En
la vida todos son unilaterales, unicentrados, y por esta razón no hay una persona
que entienda a otra.
Un
esfuerzo correcto produce mucho mejores resultados que un esfuerzo no
inteligente, pero sólo se llega a comprender qué significa un esfuerzo correcto
cuando un hombre se observa de una manera sincera y completamente objetiva.
De
otro modo no será capaz de ver qué parcial es y cómo en lugar de viajar sobre
cinco ruedas (los cinco centros); siempre trata de andar sobre una.
Al
mismo tiempo, como dije, los esfuerzos artificiales son útiles para los
propósitos de la observación de si y para adquirir conciencia de la segunda
fuerza.
Es
menester disparar, por así decirlo, muchas balas en diversas direcciones, pero
al cabo de un tiempo uno verá que una bala dio en el blanco: hay una cosa que
es preciso hacer.
Supongamos
que una persona gusta de criticar o difamar y resuelve hacer el esfuerzo de
trabajar la tierra todo el día.
Por
cierto no da en el blanco.
No
hace ningún esfuerzo contra su tendencia a criticar o a hablar mal de los otros
abierta o privadamente.
No
se domina de una manera correcta.
No
ve que debe aplicar su esfuerzo precisamente, en la dirección de no criticar
demasiado o de difamar a los otros.
Al
mismo tiempo, el esfuerzo físico es necesario en el Trabajo.
Gurdjieff
nos enseñó que debemos destruir nuestra pereza, hablando físicamente y de esta
manera ir más allá de lo que haríamos comúnmente en la dirección del esfuerzo
físico, en el reino de las cacerolas y sartenes, de trabajar la tierra, de
trabajar con las manos, o nos veremos impedidos y seremos incapaces de
trabajar sobre nosotros mismos de otra manera cualquiera.
Ahora
bien, si se examina a una persona que trabaja físicamente se advertirá que por
lo general no trabaja en absoluto sino que hace lo que se le ha dicho de hacer
y en realidad no consciente en ello ni lo piensa inteligentemente.
Gurdjieff dijo que en todo trabajo
físico habría que emplear a todos los centros para que llegara a ser
inteligente y útil.
Supongamos
que trabajo todo el día la tierra y nunca reparo en lo que estoy haciendo ni en
cómo uso la pala sino que sigo haciéndolo mecánicamente; luego no estoy
trabajando.
Esto
es llamado esfuerzo mecánico para distinguirlo del esfuerzo consciente.
La
manera más sencilla de comprender la diferencia es reparar en lo que se está
haciendo, reparar en la resistencia a lo que se está haciendo y tratar de
trabajar sobre sí de tal manera que lo que se esté haciendo se lo haga con el
propio consentimiento, con la propia comprensión.
Entonces,
el esfuerzo se convertirá, hablando relativamente, en esfuerzo consciente, y
se terminará el día fortalecido en lugar de estar meramente agotado y
posiblemente negativo.
Un
hombre, dijo Gurdjieff, que está trabajando físicamente, debe intentar dominar
lo que está haciendo —a saber, reparar en lo que está haciendo y cómo hacerlo
más fácilmente, más rápida e inteligentemente—.
Todo
lo que se hace mecánicamente está perdido pero todo lo que se hace
conscientemente pertenece a quien lo hace.
Por
ejemplo, la bondad mecánica es inútil en el Trabajo, pero la bondad consciente,
activa, procura fuerza.
Hacer
algo difícil en el momento en que menos ganas se tienen de hacerlo, si se lo
hace inteligentemente, siempre otorga fuerza.
Pero
si se trabaja de un modo cualquiera con una continua consideración interior,
con pensamientos y sentimientos continuos de que lo que se está haciendo
debería ser hecho por otra persona, los esfuerzos son inútiles y ello se aplica
hasta a las cosas más nimias que se hacen aquí.
Nuestra
tarea radica en usar las partes de los centros que ordinariamente no se usan
para abrir la casa de tres pisos en que vivimos y de la que sólo ocupamos una
pequeñísima parte.
Es
exactamente el ocupar una pequeñísima parte de la casa de tres pisos lo que
hace que la vida sea tediosa y produzca ese curioso estancamiento de vida que
todos sentimos.
Ahora
bien, si no tratamos de transformar el día y lo que nos trae —esto es, si no se
realiza un esfuerzo consciente con respecto a uno cualquiera de los eventos del
día— no se hará un esfuerzo de Trabajo.
Se
reacciona mecánicamente, como se lo hizo siempre, a cada momento del día.
Esto
es indeseable.
Al
cabo de un tiempo, cuando el Trabajo empieza a tocar un hombre, éste odiará el
hacer mecánico.
Entonces
quizá conozca lo que significa transformar el día, transformar el momento, ese
mismo momento en que está oyendo esta disertación.
Se
nos ofrece la posibilidad de transformar cada momento.
Se
nos ofrece la posibilidad de encarar la vida de un modo muy diferente.
Una
manera de encararla es no hablar de todo, guardar silencio.
El
Trabajo es una disciplina orientada hacia todas las direcciones, hacia cada
centro, no sólo cuando se está aquí sino cuando se está empeñado en los asuntos
necesarios de la vida.
Se
puede llevar la atmósfera del Trabajo en cuanto se hace.
Pero
si se identifica con todo y hace cuentas interiores, será imposible.
La
vida lo devorará.
Considerar
las cosas desde el punto de vista del Trabajo puede alterar el ser.
Si
se hace un esfuerzo de esa clase, o sea llevar el Trabajo en lo que se hace, se
-trabajará inteligentemente, se hará un esfuerzo inteligente.
Desde
luego no hay que hacerlo pesadamente sino con cierta ligereza de tacto que uno
mismo gradualmente encuentra.
No
hay que mostrar demasiado que se está trabajando.
El
esfuerzo supremo del Trabajo radica en hacer el esfuerzo contra el rasgo
principal, sea que se trabaje en el campo o se asista a un salón o se cocine o
se viaje por tren o se esté a solas consigo mismo o junto a otras personas.
La
razón es que el rasgo principal está insertado en su manera de pensar, en la
manera en que se relaciona con los otros, en sus emociones, en sus movimientos
y en la manera en que realiza su vida de trabajo como así en su engreimiento y
sus apetitos y querellas.
Es
muy difícil y casi imposible captar siquiera una vislumbre del rasgo principal y
es completamente inútil especular teóricamente acerca de lo que es.
Les
aconsejaría que reflexionen sobre lo que se dijo al comienzo del comentario, sobre
hacer un esfuerzo inteligente basado en la observación de sí.
Les
haré esta pregunta:
¿Cuándo
por medio de la observación de sí perciben que evitan hacer ciertas clases de
esfuerzos?
¿En
qué son siempre negativos?
¿En
qué punto siempre se identifican?
¿En
qué punto halla las cosas intolerables?
O
asimismo, ¿cuál cree usted que es su derecho?
¿Qué
cree que se le debe antes de consentir en hacer algo?
Todos
tenemos una idea muy favorable de nosotros mismos pero cuando lo que creemos intolerable
en las circunstancias externas nos mueve no tardamos en darnos cuenta de que
somos personas muy limitadas y sólo capaces de un poco de buena voluntad y de
escasos esfuerzos.
Pueden
tener la seguridad de que el rasgo principal tiene mucho que ver con todo esto.
Tenemos
que esforzarnos más allá de ese estrecho límite en el cual nos esforzamos.
Gurdjieff
dijo que sólo los esfuerzos adicionales tenían valor y me imagino que cada uno
de nosotros ya debería saber qué son esos esfuerzos adicionales, ya sean
intelectuales, emocionales o físicos.
Si
no podemos ir más allá de nuestras limitaciones mecánicas, si sólo permanecemos
en la estrecha esfera de nosotros mismos, no tenemos probabilidad alguna de
llegar a ser el hombre Nº 4, es decir, el hombre equilibrado.
No
tenemos idea sobre lo qué significa un esfuerzo adicional.
A
un hombre cuyo centro de gravedad está en el centro motor nunca se le ocurriría
que tiene que hacer un esfuerzo intelectual y pensar realmente.
No
descubrirá dónde está para él el esfuerzo adicional.
Y
si resuelve hacer un esfuerzo adicional pasará más tiempo trabajando la tierra.
Pero
este esfuerzo, al que considera como adicional, no es un esfuerzo inteligente.
Pondré
término ahora a esta breve disertación y les pediré sólo que reflexionen sobre
lo que significa para ustedes el esfuerzo inteligente teniendo en vista el
hecho de que buscamos llegar a ser el multilateral hombre equilibrado, es
decir, una persona en quien todos los centros contribuyen con sus diferentes
significados a su vida cotidiana.
Maurice
Nicoll
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