domingo, 8 de febrero de 2015

NUESTRA PROPIA INVISIBILIDAD

NUESTRA PROPIA INVISIBILIDAD.

Todos nuestros pensamientos, todas nuestras emociones, sentimientos; toda nuestra imaginación; todos nuestros ensueños, ambiciones, fantasías; todos son invisibles.

Todo cuanto pertenece a nuestros proyectos, planes secretos, ambiciones, todas nuestras esperanzas, temores, dudas, perplejidades; todos nuestros afectos, especulaciones, ponderaciones, vaciedades, incertidumbres; todos nuestros deseos, aspiraciones, apetitos, sensaciones; todos nuestros gustos, disgustos, aversiones, atracciones, amores y odios; todo ello es invisible.

Todo ello es lo que constituye la suma de uno mismo.

Pueden o no delatar su existencia.

Por lo general le delatan mucho más de lo que suponemos.

Todos somos más o menos obvios para los demás, más de lo que creemos.

Pero todos estos estados internos, todas estas modalidades, pensamientos, etc., son invisibles en sí, y todo cuanto de ellos podamos advertir los unos en los otros lo advertimos mediante la expresión del movimiento muscular.

Nadie puede ver el pensamiento.

Nadie sabe lo que nosotros estamos pensando.

Creemos conocer a otras personas, y toda la fantasía que tenemos los unos acerca de los otros, forma un mundo de gente ficticia, gente que ama y que odia.

Me es imposible decir que conozco a alguien, y es igualmente imposible decir que haya alguien que me conozca a mí.

Puedo ver fácilmente todos vuestros movimientos corporales y vuestra apariencia externa, tengo cien impresiones que no existen en vuestras mentes; os he visto como parte del panorama, parte de la casa, parte de la calle, y tengo un conocimiento de vosotros que quisierais conocer; quisierais saber la im¬presión que producís, cómo os veis.

Pero no puedo veros por dentro y no sé lo que sois; no lo podré saber nunca.

Y aun cuando yo tengo este acceso directo a vuestro aspecto visible, vosotros tenéis acceso a vuestra propia invisibilidad.

Este acceso directo a vuestra propia invisibilidad lo podéis tener únicamente vosotros, si es que aprendéis a usarlo.

Yo y cualquiera otra persona pueden veros y oíros.

Todo el mundo puede veros y oíros.

Pero solamente vosotros podéis conoceros a vosotros mismos.

De esta suerte somos como dos sistemas de palancas, uno que trabaja con todas las ventajas en un sentido, y el otro con todas las ventajas en otro.

Es posible que todo esto le resulte sumamente obvio al lector, pero le aseguro que no todo es tan obvio.

Es algo sumamente difícil de captar, ya trataré de explicar por qué lo es.

Nosotros no captamos el hecho de que somos invisibles.

No nos damos cuenta de que vivimos en un mundo de gentes invisibles.

No comprendemos que antes que cualquiera otra definición que se le pueda dar, la vida es un drama de lo visible e invisible.

La razón por qué no podemos captarlo, es que se trata de una idea.

Maurice Nicoll


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