EL ROCE
EL ROCE ENTRE
LO VIEJO Y LO NUEVO EN UNO MISMO
Una clase de
hombre formatorio es la de aquel que convierte todo en ARGUMENTO.
Tras SU
ARGUMENTAR desea que todo encaje en el molde de sus opiniones y prejuicios.
Es indudable
que se considera a sí mismo una persona lógica.
En lo que
respecta a su mente hay algo yermo y estéril.
En un suelo así
EL TRABAJO PSICOLÓGICO no encuentra lugar donde crecer. Es suelo rocoso.
EL HÁBITO DE
NEGAR………
EL HÁBITO DE
NEGAR, que se observa tan a menudo en el hombre formatorio con pensar negativo,
suele no aparecer francamente.
Todo lo que se
puede observar es una falta de pensamiento, UNA INDIFERENCIA MENTAL o
entumecimiento.
Pero si se
intenta penetrar tras esta indiferencia, es probable que uno se enfrente con UNA
ACTITUD ACTIVAMENTE HOSTIL A LAS IDEAS NUEVAS y un armamento defensivo múltiple
disputa; lo cual le impide hacer uso de su mente.
Ahora bien, el
esfuerzo mental es necesario para este Trabajo.
No hacer uso de
la mente es malo.
SE NOS DIÓ UN
TALENTO DE CONOCIMIENTO.
Enterrarlo no
conviene.
Hay que
intentar obtener dos talentos.
Este es uno de
los significados de la Parábola de los Talentos.
Se dijo muchas
veces que en el cuarto camino, que estamos estudiando, es necesario no solo
recordar sino también pensar acerca de LAS IDEAS DEL TRABAJO —hacer uso de la
mente—.
Ahora bien, SIN
IDEAS no se puede pensar.
Para poder
pensar hay que tomar como punto de partida UNA IDEA.
De esta manera,
LA IDEA crece en la mente.
Este Trabajo
fue diseñado para crecer en la mente —y por último para cambiar la mente y así
todo nuestro entorno.
Si una persona
va a cambiar, el mundo va a cambiar también para ella.
Llega a un
nivel en el cual ya no se reconoce más a si misma tal como se tomó a si misma,
o el mundo tal como tomó el mundo.
Si una persona
ve el mundo y sus valores tal como siempre lo hizo, es señal que ella misma no
cambió.
De seguro, el
objeto del Trabajo es cambiar y LAS IDEAS DEL TRABAJO enseñan cómo es posible
ese cambio.
TENSIÓN
INTERIOR………
Si una persona
no lo mantiene vivo para sí misma no se producirá TENSIÓN INTERIOR, y así no
habrá roce, ni calor.
Porque lo viejo
lucha contra la nuevo.
Las viejas maneras
de tomar las cosas luchan contra las nuevas.
Supongamos que
una persona ha mantenido durante largo tiempo una relación exterior con este
Trabajo y hasta ahora ni siquiera sintió ese CONFLICTO INTERIOR, esta lucha, ese
roce en sí misma.
Pues bien,
significa que nunca pensó acerca de LAS IDEAS y lo que significaban para ella.
Se contentó con
oírlas.
Nunca entraron
en ella.
Así sigue
siendo exactamente la misma, y charla, sonríe y saluda a la gente.
El experimento
ha fracasado.
Nunca empezó.
No hay crisol
ni calor.
Se permanece
dentro y solo en la vida.
Solo hay una
realidad —la realidad de los sentidos— esto es, la realidad del mundo y su
vida.
Así uno se deja
llevar por la vida como siempre se hizo antes.
No se hace nada
distinto, no hay roce.
Nada se hace
diferentemente porque nada se piensa diferentemente, y si nada se piensa
diferentemente no se puede uno comportar diferentemente.
En el Trabajo
he visto en verdad a la gente comportarse diferentemente porque esta pensando
diferentemente.
Se le nota en
seguida, aunque solo dure un breve instante.
La persona
llega a ser, por así decir, invisible.
O más bien
diría paradójicamente que la persona llega a ser visible.
Iba a decir
irreconocible, pero el sentido de la palabra no significa lo que quiero decir.
Cuando la gente
se comporta como de costumbre —esto es, mecánicamente— cuesta reparar en ella.
Se mueven y
charlan y hacen las cosas como siempre las hicieron.
Pero si
empiezan a PENSAR diferentemente —esto es, si el Trabajo actúa sobre ellas
desde dentro y ha empezado a cambiar su mente— se mueven y hablan y hacen las
cosas de un modo diferente.
Asimismo el
rostro cambia porque la mente ha cambiado.
En lugar de
tener un rostro inexpresivo o negativo empiezan a tener un nuevo rostro porque
ya no están más atados a las emociones negativas y al descontento.
Pero al mismo
tiempo se produce UN ROCE —una lucha se entabla en ellos— porque las realidades
que enseña EL TRABAJO no son del mismo orden que las realidades de la vida.
Por
consiguiente, lo que es nuevo lucha con lo que es viejo.
No es tan solo
que los viejos hábitos de pensamiento están profundamente arraigados, sino que
el mundo y la vida que los forman parecen muy indisputables.
A veces la vida
absorbe toda la atención y todo lo que tiene que ver con el Trabajo parece
desaparecer.
Pues bien, es
necesario LUCHAR y traerlo de vuelta a la conciencia.
Entonces parece
volverse rancio.
Todo ese vaivén
es ROCE.
Se presentan
las reacciones de vida y las acciones de Trabajo.
Los dos lados
son necesarios.
Pero la vida no
debe penetrar en el Trabajo y anegarlo.
Maurice Nicoll
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