lunes, 2 de febrero de 2015

EL ROCE

EL ROCE

EL ROCE ENTRE LO VIEJO Y LO NUEVO EN UNO MISMO

Una clase de hombre formatorio es la de aquel que convierte todo en ARGUMENTO.

Tras SU ARGUMENTAR desea que todo encaje en el molde de sus opiniones y prejuicios.

Es indudable que se considera a sí mismo una persona lógica.

En lo que respecta a su mente hay algo yermo y estéril.

En un suelo así EL TRABAJO PSICOLÓGICO no encuentra lugar donde crecer. Es suelo rocoso.

EL HÁBITO DE NEGAR………

EL HÁBITO DE NEGAR, que se observa tan a menudo en el hombre formatorio con pensar negativo, suele no aparecer francamente.

Todo lo que se puede observar es una falta de pensamiento, UNA INDIFERENCIA MENTAL o entumecimiento.

Pero si se intenta penetrar tras esta indiferencia, es probable que uno se enfrente con UNA ACTITUD ACTIVAMENTE HOSTIL A LAS IDEAS NUEVAS y un armamento defensivo múltiple disputa; lo cual le impide hacer uso de su mente.

Ahora bien, el esfuerzo mental es necesario para este Trabajo.

No hacer uso de la mente es malo.

SE NOS DIÓ UN TALENTO DE CONOCIMIENTO.

Enterrarlo no conviene.

Hay que intentar obtener dos talentos.

Este es uno de los significados de la Parábola de los Talentos.

Se dijo muchas veces que en el cuarto camino, que estamos estudiando, es necesario no solo recordar sino también pensar acerca de LAS IDEAS DEL TRABAJO —hacer uso de la mente—.

Ahora bien, SIN IDEAS no se puede pensar.

Para poder pensar hay que tomar como punto de partida UNA IDEA.

De esta manera, LA IDEA crece en la mente.

Este Trabajo fue diseñado para crecer en la mente —y por último para cambiar la mente y así todo nuestro entorno.

Si una persona va a cambiar, el mundo va a cambiar también para ella.

Llega a un nivel en el cual ya no se reconoce más a si misma tal como se tomó a si misma, o el mundo tal como tomó el mundo.

Si una persona ve el mundo y sus valores tal como siempre lo hizo, es señal que ella misma no cambió.

De seguro, el objeto del Trabajo es cambiar y LAS IDEAS DEL TRABAJO enseñan cómo es posible ese cambio.

TENSIÓN INTERIOR………

Si una persona no lo mantiene vivo para sí misma no se producirá TENSIÓN INTERIOR, y así no habrá roce, ni calor.

Porque lo viejo lucha contra la nuevo.

Las viejas maneras de tomar las cosas luchan contra las nuevas.

Supongamos que una persona ha mantenido durante largo tiempo una relación exterior con este Trabajo y hasta ahora ni siquiera sintió ese CONFLICTO INTERIOR, esta lucha, ese roce en sí misma.

Pues bien, significa que nunca pensó acerca de LAS IDEAS y lo que significaban para ella.

Se contentó con oírlas.

Nunca entraron en ella.

Así sigue siendo exactamente la misma, y charla, sonríe y saluda a la gente.

El experimento ha fracasado.

Nunca empezó.

No hay crisol ni calor.

Se permanece dentro y solo en la vida.

Solo hay una realidad —la realidad de los sentidos— esto es, la realidad del mundo y su vida.

Así uno se deja llevar por la vida como siempre se hizo antes.

No se hace nada distinto, no hay roce.

Nada se hace diferentemente porque nada se piensa diferentemente, y si nada se piensa diferentemente no se puede uno comportar diferentemente.

En el Trabajo he visto en verdad a la gente comportarse diferentemente porque esta pensando diferentemente.

Se le nota en seguida, aunque solo dure un breve instante.

La persona llega a ser, por así decir, invisible.

O más bien diría paradójicamente que la persona llega a ser visible.

Iba a decir irreconocible, pero el sentido de la palabra no significa lo que quiero decir.

Cuando la gente se comporta como de costumbre —esto es, mecánicamente— cuesta reparar en ella.

Se mueven y charlan y hacen las cosas como siempre las hicieron.

Pero si empiezan a PENSAR diferentemente —esto es, si el Trabajo actúa sobre ellas desde dentro y ha empezado a cambiar su mente— se mueven y hablan y hacen las cosas de un modo diferente.

Asimismo el rostro cambia porque la mente ha cambiado.

En lugar de tener un rostro inexpresivo o negativo empiezan a tener un nuevo rostro porque ya no están más atados a las emociones negativas y al descontento.

Pero al mismo tiempo se produce UN ROCE —una lucha se entabla en ellos— porque las realidades que enseña EL TRABAJO no son del mismo orden que las realidades de la vida.

Por consiguiente, lo que es nuevo lucha con lo que es viejo.

No es tan solo que los viejos hábitos de pensamiento están profundamente arraigados, sino que el mundo y la vida que los forman parecen muy indisputables.

A veces la vida absorbe toda la atención y todo lo que tiene que ver con el Trabajo parece desaparecer.

Pues bien, es necesario LUCHAR y traerlo de vuelta a la conciencia.

Entonces parece volverse rancio.

Todo ese vaivén es ROCE.

Se presentan las reacciones de vida y las acciones de Trabajo.

Los dos lados son necesarios.

Pero la vida no debe penetrar en el Trabajo y anegarlo.

Maurice Nicoll




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