domingo, 8 de febrero de 2015

LA CAPACIDAD DE ASOMBRO

LA CAPACIDAD DE ASOMBRO

Nuestra desgracia es que consideramos la composición química de una cosa como su atributo más real, mientras que los atributos reales deben buscarse en las funciones de una cosa.

Si pudiéramos adquirir la posibilidad de ampliar y ahondar nuestra visión en las cadenas de la causalidad, cuyos eslabones son nuestras acciones y nuestra conducta; si aprendiéramos a considerarlas no sólo en su propia vida, sino en un vasto significado cósmico; si lográramos hallar y establecer la conexión entre los fenómenos simples de nuestra vida y la vida del cosmos, entonces, indudablemente, deberíamos descubrir que lo nuevo e inesperado es infinito en los fenómenos más simples.

Por ejemplo, de este modo deberíamos ser capaces de aprender algo enteramente nuevo acerca de simples fenómenos físicos que estamos acostumbrados a considerar naturales e inexplicables, y respecto de los cuales damos por sentado que sabemos algo.

Pero, muy inesperadamente, descubrimos que no sabemos nada, que todo lo que conocimos antes es sólo una deducción errónea de premisas erróneas.

Algo infinitamente vasto e inconmensurablemente significativo puede revelársenos en fenómenos como la expansión y la contracción de los sólidos, los fenómenos eléctricos, el calor, la luz, el sonido, el movimiento de los planetas, la llegada del día y de la noche, la sucesión de las estaciones, una tormenta de truenos, los relámpagos, una noche estrellada, un atardecer, etc.

En general, de pronto y muy inesperadamente podemos hallar explicaciones de las propiedades de fenómenos que solíamos aceptar como algo conocido y que no contienen nada más allá de lo que vemos en ellos.

La constancia, la duración, la periodicidad o no periodicidad de los fenómenos pueden adquirir para nosotros un significado y una importancia enteramente nuevos.

En la transición de un fenómeno al otro es mucho lo nuevo e inesperado que puede revelársenos.

Nacimiento, muerte, la vida de un hombre, su relación con otros hombres, amor, enemistad, simpatías, deseos y pasiones pueden aparecer de repente bajo una luz enteramente nueva.

Nos es difícil imaginar en este momento la naturaleza de esta novedad que es posible que sintamos en viejas cosas familiares; y, una vez que la empezamos a sentir, será dificilísimo entenderla.

Pero, en realidad, sólo nuestra incapacidad para sentir y entender esta "novedad' es la que nos separa de ella, pues vivimos en ella y en medio de ella.

Pero nuestros sentidos son demasiado primitivos, nuestras ideas son demasiado burdas para una sutil diferenciación de los fenómenos que deben revelársenos en el espacio superior.

Nuestra mente, nuestra capacidad de asociación, es insuficientemente dúctil para captar correlaciones nuevas.

En consecuencia, el primer sentimiento que induce nuestra familiarización con "ese mundo" (o sea, este mundo nuestro, considerado solamente sin las limitaciones bajo las que habitualmente lo vemos), debe ser el sentimiento de asombro, y este asombro debe crecer, agrandarse cada vez más a medida que mejora la familiarización con él.

Y cuando mejor conozcamos una cosa o cierta correlación de cosas, cuando estemos más próximos y familiarizados con ella, mayor será nuestro asombro y más será lo nuevo e inesperado que descubriremos en ellas.

Ouspensky


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