EL CENTRO DE NUESTRAS FUERZAS VITALES
Por: jeanne de salzmann
¿Qué
quiere decir despertar a mi mismo, a lo que yo soy?
Despertar
a mí mismo, a lo que yo soy, querría decir encontrar el centro de gravedad de mis
energías, y su fuente, la raíz de mi ser.
Siempre
olvido
mi origen y por eso todas mis nociones están distorsionadas.
La
primera
necesidad es ver que siempre pierdo contacto con esa fuente.
Si
mi necesidad esencial no es reconocer y amar esa fuente por encima de todo, esto quiere
decir que mi ego dirige mi vida y mis fuerzas, aunque no me de cuenta de ello y
todas mis relaciones, cualesquiera que sean, y hasta eso que llamo mi trabajo, estan condicionados por
sus apetitos.
Un
trabajo justo sobre sí mismo, según Gurdjieff, comienza con la creación de un centro de
gravedad permanente.
Esto
caracteriza al ser que él llamaba hombre número 4, el hombre que se despierta a
sí mismo y
se pregunta “¿Quién soy yo?”.
Ve
que no sabe que existe, ni cómo existe.
Ve
que está viviendo en un sueño y siente la necesidad de conocer su propia realidad.
Comienza
a separar las cosas en sí mismo: lo real de lo imaginario, lo consciente de lo automático.
A
diferencia de los hombres número 1, 2 o 3, tiene cierto grado de lucidez, conoce su situación.
En
él las
fuerzas comienzan a tomar una dirección, la dirección del centro de gravedad de la atención.
Para
él, conocerse a sí mismo ha llegado a ser lo más importante, el centro de gravedad de su pensar, de
sus intereses; verse tal como es.
Su
centro de gravedad es una pregunta, una pregunta que no lo deja dormir.
Para
conocerse necesita recoger su atención hasta el punto de poder dividirla entre
una Presencia que trata de mantener, y una manifestación en la que se pierde.
Esto
requiere una vigilancia que sólo puede ser mantenida si todos los centros trabajan con la misma intensidad.
Necesita
tener la sensación, pensar y sentir a la vez, sin que ninguno de sus centros
predomine.
Si
el equilibrio se rompe, el esfuerzo de toma de conciencia se detiene.
El
hombre número 4 es el que lucha por establecer un vínculo entre su esencia y sus funciones.
Nuestra
meta es estar centrados; centrados al mismo tiempo en el sentido de una
concentración de nuestras energías y en el sentido de encontrar el centro de
nuestro ser, el centro de nuestras fuerzas vitales.
Primero
tenemos que concentrar la energía y luego ver que ese centro es necesario.
Desde
allí, puedo mantener una relación justa con todas las partes de mí mismo y
seguir todos los movimientos sin perderme en ellos.
Una
vez que esté centrado me será posible un contacto, un contacto constantemente
renovado con la fuente de mi vida.
No
tengo que
hacer este contacto.
Tengo
que permitir que él me sea revelado, con una actitud que nunca está segura de sí misma, y que
siempre deja un espacio que pueda ser ocupado por el ser interior.
Dejo
un espacio cuando experimento el sentido de un vacío, de ocupar otro espacio.
Para
que haya un “individuo”, tiene que haber una presencia a la fuente misma, al centro
donde la fuerza aún no ha tomado una dirección, donde ella carece de forma.
Si
pudiera llegar a ese plano donde mi atención se despierta antes de la movilización de mi energía,
una nueva comprensión y un nuevo poder podrían tal vez aparecer.
Hoy
no puedo.
Mi
atención
ordinaria, pasiva, sólo percibe mi energía cuando ella se desintegra, comprometida ya
en una u otra reacción.
Pero
ella ya está lejos de su fuente y no sirve de nada luchar para no perderla.
Sin
embargo, puedo comprender esta situación y aceptarla como mi realidad actual.
jeanne
de salzmann
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